os hartamos de informar, insistiendo las veces que haga falta en dar voz a los expertos, sobre los hábitos alimentarios en la infancia y cómo sabemos ahora el impacto, positivo o negativo, que tienen en la salud de los niños. Sin embargo, parece que dejamos en un segundo plano otros hábitos que tienen también un impacto enorme en el bienestar de los peques: los hábitos de sueño. Esos que en España, por razones culturales y medioambientales, tanto nos cuesta aplicar.
Vivimos en un país que tiende a hacer las comidas y cenas tarde, que vive durante buena parte del año cuando el sol empieza a caer, muy tarde en comparación con otras zonas de Europa. Y encima, para colmo, durante la temporada de frío, nuestros horarios tampoco son mucho mejores porque salimos tarde de trabajar y los horarios de las extraescolares de los niños tampoco ayudan; sobre todo, a medida que van creciendo, ya que suelen empezar cada año más tarde. Y qué decir de la televisión y el horario del famoso ‘prime time’…
Sea por un motivo o por otro, o por la acumulación de varios, la cuestión es que nos cuesta mantener en el tiempo hábitos saludables de sueño. A los adultos y, en consecuencia, a la infancia también. Pareciera que acostarles a las 9 de la noche es una especie de castigo, o a las 10 en verano, por ejemplo. Y lo mismo ocurre con nosotros si nos metemos en la cama antes de las 23:30 horas. A muchas personas les parece que pierden parte de su día.
Pero lo cierto es que no es así: la ciencia ha demostrado lo mucho que el suelo impacta en nuestra salud desde que somos pequeños. Y por eso los pediatras insisten tanto en las horas al día que deben dormir los niños y niñas en función de su edad.
De ello ya te hemos hablado en otras piezas. En esta vamos a recalcar qué pequeños hábitos son los que tienen mayor eficacia a la hora de mantener una rutina saludable de sueño en la infancia.
Cinco hábitos imprescindibles
Hay muchos más hábitos que puedes probar para seguir fomentando una rutina de sueño de calidad en tus hijos e hijas, pero estos cinco son, sin duda alguna, la base de dicha rutina. Los que son más sencillos de aplicar y los que resultan más eficaces según los expertos.
Profundizamos en ello a continuación:
- Horario. La rutina irregular es el peor enemigo del sueño en los niños. Si quieres que tus hijos e hijas tengan adquiridas desde pequeños costumbres saludables en lo que respecta al descanso desde bebés, trata de dar prioridad a la rutina del sueño, y esta pasa por seguir un horario similar cada día. Un horario que sea acorde con su edad, en base a lo que recomiendan los expertos. Esto incluye el horario de la cena, por supuesto. E incluso el lugar, aunque sea más difícil que siempre sea el mismo (si cenan fuera de casa, la rutina de sueño se rompe). Salvo excepciones muy puntuales, no os la saltéis, sobre todo si es recién nacido, ya que el peque lo notará mucho (y vosotros también).
- Rutina. De igual forma que repetir el horario es clave, lo es también qué pasos dais antes de acostar a los peques en casa. Cuando son bebés, ayuda mucho el baño para que ellos aprendan rápido en qué fase del día están entrando. No hay que ser rígidos de todos modos; quizá os funcione mejor otra rutina, pero tratad de que sea la misma cada día. A medida que crecen, por ejemplo, ayuda muchísimo dedicar un ratito breve a la lectura o a una pequeña charla familiar con la luz tenue, ya en la cama, donde os cuenten alguna inquietud, o lo mejor y peor del día… Es cuestión de encontrar esa rutina de relajación previa al sueño que mejor os funcione en casa. No hay solo una opción.
- El despertar. Parece un factor que no entra en la ecuación del sueño saludable, pero despertarse en el mismo tramo horario de forma habitual ayuda muchísimo a establecer buenos hábitos de sueño. Esto, en los niños, suele ocurrir de manera natural si se acuestan a una hora aconsejable para su edad porque en cuanto duerman sus horas, las que su cuerpo necesita —los expertos manejan horquillas en función de la edad—, se despertarán. En cambio, si un día amanecen a las 8 y otro a las 11, las probabilidades de que la rutina del sueño sea irregular y poco saludable para ellos son mucho más altas. Trata de que no varíe la horquilla de la hora de levantarse y acostarse más de una hora.
- La luz y el sonido. En esa rutina previa al sueño, es clave para que funcione facilitar un ambiente propicio a la relajación, a la inducción al sueño. Por ello, por ejemplo, es recomendable cenar sin televisión —también lo es para fortalecer el vínculo familiar, entre otras razones—. Y del mismo modo que el sonido, también es clave la luz: en este sentido, evitar ambientes muy iluminados ayuda mucho a los peques. Las luces indirectas en la habitación son de gran ayuda en este sentido.
- Restricciones. En el quinto y último hábito recurrimos a una especie de “saco de las restricciones”. ¿Por qué? Porque hay determinadas cosas que los expertos desaconsejan consumir durante la rutina de sueño en la infancia. Una de ellas es el azúcar; nada de dulces como el chocolate o refrescos excitantes. Otra es la actividad física muy intensa, ya que acelera el cerebro y el cuerpo necesita un período previo de relajación. Sí al parque y a las extraescolares deportivas, pero no en horarios cercanos a la hora de ir a dormir. Y, por último, no a las pantallas. No solo la televisión, aunque esta es la que más se suele consumir antes de dormir. El motivo es el que hemos desarrollado en el punto anterior: la luz y el ruido estimulan, generando un estado de excitación que es contrario al que necesita un niño o niña para conciliar el sueño.
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