Cuidar bien una diabetes no sólo requiere vigilar la ALIMENTACIÓN y el EJERCICIO, como ya vimos, sino también disponer de un adecuado TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO. Los objetivos de dicho tratamiento son mantener o regular los niveles de azúcar en sangre para: 1. Lograr que desaparezcan los síntomas y riesgos cardiovasculares asociados, y 2. Prevenir o retrasar la aparición de complicaciones, que ya cometamos también la semana pasada, como el daño en riñones, ojos y pies, entre otros. Se trata, en definitiva, que nos ayude a normalizar el estilo de vida y, a la larga, mejorar nuestra calidad de vida.
Existen muchos tipos de tratamientos. Todos ellos actúan de distinta manera: algunos consisten en inyecciones, como la insulina, y otros en pastillas, como los antidiabéticos orales. Debido a que los tratamientos son distintos y pueden precisar precauciones o cuidados adicionales o diferenciados, es muy importante seguir las recomendaciones indicadas por los sanitarios que nos traten.
De entre los tratamientos que existen para cuidar la diabetes, el que suele generar más dudas e inseguridades es la insulina, debido a la complicación que puede conllevar su administración, ya que es inyectada.
Es muy importante tener claras algunas reglas básicas a la hora de administrarse la insulina. Lo primero que hay que hacer es lavarse bien las manos con agua y jabón y, por supuesto, asegurarnos de que la zona en que vaya a aplicarse esté también limpia. A continuación, hay que escoger la zona y preparar la insulina: para ello debemos cargar la jeringa o pluma asegurándonos de que la aguja está efectivamente llena de insulina y no de aire. Tomamos un pellizco con la ayuda del índice y el pulgar e introducimos la aguja. Por lo general, las agujas son cortas y están preparadas para introducirse con un ángulo de 90º, pero si se tiene muy poca masa grasa puede introducirse inclinada. A continuación, se administra la insulina, soltamos el pellizco y contamos entre 5 y 10 segundos antes de sacar la aguja.
En cuanto a la elección de la zona en que vayamos a administrarnos la insulina, es importante saber que cada zona de inyección tiene una velocidad de absorción distinta, lo que habrá de tenerse en cuenta. Las áreas donde se absorbe más rápido, y que pueden ser indicadas para administrar las insulinas de acción rápida, son el abdomen y el brazo. Las zonas de absorción más lenta, y que pueden ser indicadas para administrar las insulinas de acción lenta, son los muslos (zona anterior y lateral externa) y los glúteos.
Es importante mantener un mismo método a la hora de inyectarnos y de elegir la zona, pero es igualmente importante rotar dentro de esa zona: es decir, crear en la zona escogida un círculo imaginario e ir pinchando cada vez en un punto distinto dentro de ese mismo círculo. Esto es algo muy Importante para prevenir complicaciones derivadas de la administración repetida de insulina en el mismo lugar.
También hay que tener en cuenta que ejercitar la zona en la que nos hemos administrado la insulina o aplicar un masaje aumenta la temperatura corporal de la zona y por lo tanto su velocidad de absorción.
El efecto secundario más importante derivado del uso de la insulina es la hipoglucemia o bajada de azúcar. Los síntomas de la bajada de azúcar son la sudoración, temblor, nerviosismo, mareo, visión borrosa, hambre e incluso convulsiones o coma. Es una situación muy peligrosa, y puede ser un posible efecto secundario de la inyección de insulina y de algunos tratamientos para la diabetes en formato pastilla. De ahí que sea muy importante reconocer estos síntomas y actuar en consecuencia. Esta bajada de azúcar puede deberse a un exceso en la administración de insulina, a la realización de ejercicio tras la administración de insulina, a la realización de ejercicio sin haber comido o a la disminución en la ingesta, entre otras.
En caso de sufrir una hipoglucemia (es decir, una bajada de azúcar), su tratamiento variará si la persona está o no está consciente.
Si estuviera consciente, lo que habrá que hacer será proporcionarle de inmediato hidratos de carbono (HdC) de absorción rápida, como por ejemplo un poco de jugo, un terrón de azúcar o dos cucharadas de miel. A continuación, se le deberá proporcionar hidratos de carbono de absorción lenta, como fruta o galletas. Si la persona en cuestión no empeora deberemos valorar 15 minutos después si precisa repetir la toma de hidratos de carbono. Esta secuencia de administrar primero HdC de absorción rápida y luego de absorción lenta busca subir rápidamente el nivel de azúcar y mantenerlo para que no vuelva a bajar.
Cuando la persona no está consciente, el tratamiento se basará en la administración de glucagón mediante una inyección, normalmente en el muslo. Normalmente los diabéticos que toman insulina suelen llevarlo con ellos y no hay posibilidad de equivocarse a la hora de administrarla, hay que hacerlo de manera perpendicular y sin dudar. Es muy importante no intentar dar nada por boca a alguien que no esté del todo consciente.
Eso sí, en caso de que veamos que la persona está inconsciente o que no remonta con los hidratos de carbono por boca habrá que llamar de inmediato a los servicios sanitarios para que le administren los cuidados necesarios.
Como ven los cuidados en la diabetes son variados y aunque no son excesivamente complejos si que hay que prestarles atención y ser constantes en su aplicación.
La semana próxima veremos pequeños cambios que podemos hacer en casa para reducir los riesgos de personas de edad avanzada evitando caídas y golpes.
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