Un estudio publicado en la revista científica Pediatrics concluye que presionar a los niños melindrosos para que coman ciertos tipos de alimentos resulta contraproducente. Los expertos en nutrición pediátrica recomiendan estrategias no coercitivas, como variar el menú, evitar los conflictos y fomentar la convivencia familiar durante la comida.
Las familias que participaron en el estudio eran beneficiarias del programa Head Start del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos. Esto significa que se sitúan por debajo de la línea de pobreza por ingresos establecidos por el gobierno estadounidense para una familia de cuatro personas: US$25 000 anuales.
Monitorean hábitos alimenticios
Los padres de los menores llenaron cuestionarios describiendo las dificultades que enfrentaban para lograr que sus hijos llevaran una dieta balanceada y saludable cuando los niños cumplieron 4, 5, 8 y 9 años.
«Lo que hace que este estudio sea verdaderamente único es el hecho de que logramos monitorear esta conducta durante un período de tiempo prolongado», dijo Megan Pesch, pediatra del desarrollo y del comportamiento del Hospital Infantil C.S. Mott de la universidad de Michigan.
El estudio reveló que los niños muestran hábitos melindrosos desde los cuatro años, por lo cual es importante acostumbrarlos cuanto antes a una variedad de alimentos; de ser posible, lo ideal es desde los seis meses, cuando comienzan a ingerir alimentos sólidos.
Los niños no modificaron su conducta melindrosa durante los cinco años que duró el estudio. Pesch sugirió que los estudios posteriores ahonden más sobre este punto para establecer si se produce algún cambio cuando termina la infancia.
La comida no debe ser un castigo
Los niños cuya conducta fue objeto de estudio fueron divididos en tres segmentos: poco, algo y muy melindroso. Un 15 % fue clasificados como «muy melindroso», lo cual significa que no solían comer verduras o rechazaban los alimentos nuevos.
«No obligue a los niños a dejar el plato limpio», recomienda Pesch. «No los obligue a permanecer sentados a la mesa hasta que coman cierta cantidad y no utilice la comida como un soborno».
La pediatra explicó que prometerle al niño un postre si se come las verduras no es una estrategia recomendable, ya que el niño percibe el consumo de alimentos saludables como un castigo.
Seis recomendaciones
Los expertos en nutrición pediátrica aconsejan las siguientes estrategias:
1) No elimine los alimentos que no le gustan al niño. Si el niño rechaza un alimento, no lo obligue a comer, pero no lo elimine del menú. Sírvaselo en el plato en varias ocasiones o déjelo en la mesa. La repetida exposición al alimento nuevo lo animará a probarlo.
Los estudios indican que un niño debe estar expuesto a un alimento, es decir, verlo o ayudar a prepararlo hasta 12 veces antes de probarlo y de decidir que le gusta.
2) Dé el ejemplo. Si los padres y hermanos mayores comen una dieta balanceada y disfrutan la comida sana, servirán de ejemplo para el niño.
3) Anime al niño a elegir y a preparar los alimentos. Cuando haga la compra, deje que el niño elija algunas verduras y ayude a cocinarlas.
4) Varíe el menú. Evite la monotonía.
5) Fomente la convivencia. La familia debe sentarse a comer sin televisión ni celulares. La conversación de sobremesa, las anécdotas y los juegos fortalecen la cohesión familiar y convierten a la hora de la comida en un rato agradable para todos.
6) No prepare un menú infantil especial. Si su hijo rechaza la comida, no le prepare un menú diferente al del resto de la familia. Sirva opciones nutritivas para todos.
¿Qué debe comer un niño?
La pediatra Tanya Altmann ha elaborado una lista de 11 alimentos básicos a los cuales los niños deben acostumbrarse desde una temprana edad:
- Huevos
- Ciruelas pasas
- Aguacates
- Pescado
- Lácteos: yogur, queso y leche
- Nueces
- Pollo o frijoles/lentejas
- Moras
- Verduras
- Granos integrales, como avena y quinoa
- Agua
Los melindrosos no son obesos
Los investigadores encontraron que a pesar de que los niños melindrosos suelen ingerir más alimentos con un alto contenido de grasas y de carbohidratos, no suelen desarrollar problemas de obesidad. Este hallazgo podría tranquilizar a los padres que se sienten ansiosos porque sus hijos se rehúsan a comer.
Si después de seguir las recomendaciones anteriormente enumeradas, sigues preocupado por los hábitos alimenticios de tu hijo, no dudes en consultar a un pediatra o a un nutricionista.
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