Vives soñando, tramando, esperando desde leer que saliste positivo en la prueba de embarazo, la idea de ser madre te da miedo, pero a la vez no era nada que no pudieras manejar, porque tienes toda la furia y coraje para afrontar lo que sea con o sin apoyo.
Imaginaba el color de sus ojos, de su cabello, el tono de voz, sus manitas, hasta pensaba en lo que sería de grande, en sí de casualidad sería doctor, porqué claro, siempre queremos para nuestros hijos lo que nosotros nunca quisimos ser o pudimos ser… Todos estos escenarios hermosos, pero sobre todo el camino, el cual, según yo, me dirigía a la playa, ese lugar soleado y hermoso, que todos los padres dicen o presumen cómo se vive la maternidad… Bola de mentirosos o como bien dijo un comediante hace algunos años, las personas con hijos son como los adictos a “X” droga te van a decir que está muy fregón pero los tiene súper jodidos… Y si, vaya que nos tiene jodidos.
Me preguntaban ¿y cómo le vas a poner?… Ian dije, pensando que era un nombre TAN ORIGINAL, hasta que años después descubres que todo mundo en el 2011 pensó en lo mismo que tú….
Ian llegó a mi vida un 30 de diciembre del 2011, hermoso bebé me decían, no tenían que hacerlo, yo sabía que era lo más preciado que sostenían mis brazos, en mis dulces 23 años Ian me convirtió en madre, yo era lo más desorganizada que existía, me iba por la vida sin esperar nada, siempre cambiando planes, desesperada, hacía lo que quería…
Pero esta personita sacó lo mejor de mí, lamentablemente fue mi maestro, debió haber sido al revés pero no lo fue, Ian se convirtió en mi mundo.
Poco a poco me di cuenta que Ian no era como los demás niños, pero nada de alerta, simplemente diferente y en mi mundo ser diferente no es malo o bueno, simplemente lo es y ya.
Ian no me hacía preguntas de su entorno, no me pedía que jugará con él, no inventaba escenarios mágicos con sus monitos, él simplemente los miraba por horas, los armaba, desarmaba y ya.
A Ian le debíamos tener mucha paciencia para poder entenderlo, para que comiera y así evitarnos berrinches atmosféricos que parecía que me iba a quedar sin oídos.
Y yo entre temerosa, pero incómoda, preguntaba a las demás mamás: ¿esto es normal? ¿acaso es lo que un niño debe hacer?
Las respuestas eran diversas, pero se repetía mucho el: no exageres, tu hijo está sano…
Yo sé que mi hijo está sano ¡maldita sea! No estoy diciendo que esté enfermo, simplemente creo que hay algo en Ian qué no encaja…
Los años pasaban y seguían muchas complicaciones, Ian a sus 8 añitos de edad en plena pandemia, me dijo mamá… No sé qué pasa…
Yo: ¿Por qué hijo a qué te refieres?
Ian: Es que en mi salón de clases todo mundo habla y yo no puedo entender, no sé que debo hacer o cómo debo entender…
Cuando mi hijo me dijo esto su voz se entrecortaba por todo el llanto que salía de él, lo abracé y le dije: no te preocupes mamá te va a ayudar… y así fue.
Pero mamá no contaba con que la ayuda también la necesitaría ella….
Fuimos a un Centro, ahí me metieron a un cuarto con mi esposo y nos empezaron a cuestionar:
¿Recuerdas a qué edad Ian sostenía su cabeza?
¿Su primera palabra?
¿Caminaba de puntitas?
¿Cómo jugaba?
¿Te miraba a los ojos?
…..
Es la prueba de que como madres debemos siempre llevar un registro de absolutamente todo, después de dos meses y varias entrevistas…
Me sientan con mi esposo y me dicen… Señora, señor, Ian es autista y aquí le explico su diagnóstico…
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