Casi todos los alimentos procesados contienen aditivos. Se utilizan en pequeñas cantidades para modificar o estabilizar la textura, el sabor, o incluso la vida útil de los productos. El uso de cada aditivo está regulado y para que se autorice un compuesto, las empresas que lo introduzcan deben poder demostrar su seguridad a través de varios estudios y poder proporcionar dosis máximas de uso. Si bien estos aditivos suelen ser compuestos químicos, algunos pueden proceder de fuentes naturales (por ejemplo: el E120 o rojo cochinilla es un pigmento natural que se encuentra en el caparazón de la cochinilla).
En la Unión Europea, los aditivos alimentarios que entran en la composición del producto acabado deben mencionarse en el envase, bien con su propio nombre, bien con un código que comience con “E”:
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E100 y E1XX: colorantes
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E200 y E2XX: conservantes
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E300 y E3XX: antioxidantes y acidificantes
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E400 y E4XX: espesante y húmedo/emoliente
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E500 y E5XX: agentes acidificantes
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E600 y E6XX: potenciadores de aromas
Aditivos y microbiota intestinal: ¿Son realmente inocuos para la salud intestinal?
La prestigiosa revista Nature reúne varios estudios en los que se demuestra que ciertos aditivos, utilizados para mejorar la textura y la conservación de los alimentos, son capaces de alterar la microbiota intestinal y provocar inflamación, lo que favorece el desarrollo de enfermedades crónicas. Es más, existe la hipótesis de que la trehalosa, un edulcorante comúnmente utilizado en la industria alimentaria (aprobado en Europa desde el 2000), esté vinculado con el aumento de infecciones causadas por la bacteria Clostridium Difficile, aunque todavía se necesitan más estudios para confirmarlo.
Si bien su uso está aceptado, no sabemos el efecto que puede tener a largo plazo la ingesta de aditivos, ya que son químicos de uso relativamente nuevo que no se digieren como alimentos. La alimentación es un pilar fundamental para nuestra salud intestinal y si no la cuidamos se altera el equilibrio de la microbiota. Las bacterias intestinales se vuelven oportunistas y atraviesan la barrera intestinal produciendo mucha inflamación. Esto genera la aparición de enfermedades crónicas que forman parte de los típicos problemas de la sociedad occidental: alergias, obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades inflamatorias del intestino, cáncer de colon, etc.
Hipersensibilidades o alergias a los aditivos alimentarios
Los estudios demuestran que los aditivos pueden provocar hipersensibilidades. Algunos de ellos pueden provocar reacciones pseudoalérgicas que no involucran al sistema inmunitario. Los síntomas pueden ser similares a los de la intolerancia a la histamina y aparecer rápidamente después de la ingesta del aditivo:
- Diarrea, estreñimiento, náuseas
- Dolores de cabeza
- Palpitaciones, problemas circulatorios
- Asma
- Problemas de piel (erupciones cutáneas, eccemas)
Por otro lado, se sospecha que ciertos aditivos favorecen la aparición de trastornos del comportamiento en niños (hiperactividad, déficit de atención, etc.).
Cuando la barrera intestinal se ve afectada y existe un aumento de permeabilidad intestinal, los aditivos pueden atravesarla y provocar alergias retardadas mediadas por IgG (comúnmente llamadas intolerancias).
Los síntomas pueden ser variados y aparecer en un plazo de 3 horas a 3 días a partir de la ingesta del alimento que contiene el aditivo:
- Diarreas, estreñimiento (o alternancia de los dos)
- Dolores de cabeza
- Asma, rinitis, sinusitis u otros problemas ORL crónicos
- Problemas de piel (eccemas, psoriasis, sarpullidos, etc)
- Dolores musculares, articularios o tendinosos crónicos
- Fatiga crónica
Si estos síntomas te son familiares y quieres comprobar si tienes alergias retardadas provocadas por algunos aditivos alimentarios comunes, entonces pide tu kit ImuPro Complete: te permitirá probar, además de una gran variedad de alimentos, 13 aditivos comunes, entre los cuales se encuentran texturizantes (harina de guar, goma xantana, agar-agar, etc.) que encontramos en numerosos productos transformados.
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