Mañana dejo de fumar

Aproximadamente un 12 % de personas pueden dejar de fumar sin ningún tipo de apoyo. Entre un 30 y un 40 % de personas logran mantenerse sin fumar tras dos años de algún tratamiento concreto, cifras muy similares, por ejemplo, a las de la heroína Por - -

Imagínense Uds. que alguien dijera:

«Vamos a fabricar una droga con capacidad para enganchar violentamente a un 90 % de quienes la prueben, y que no manifiesta síntomas nefastos hasta muchos años después de consumirla. Sólo un 5 % de los adictos lograrán dejar la droga cada año, lo que garantiza una gran cantidad de usuarios. Casi todos ellos enfermarán a causa de la droga, la cual aumenta de forma clara el riesgo de padecer cáncer de pulmón, cáncer de boca, enfermedades cardiovasculares, embolias cerebrales, bronquitis obstructivas, úlceras de estómago, complicaciones maternas y fetales, cáncer de vejiga, cáncer de esófago, cáncer de laringe, cáncer de riñón, cáncer de páncreas… y, aún los que nunca la prueban, si están cerca de quien lo hace de una forma repetida, tendrán más riesgo de padecer cáncer pulmonar y enfermedades cardíacas.

«Claro que, para conseguir esto, nos pondremos de acuerdo con las Administraciones de los Estados. La droga va a venderse en centros oficiales y va a producir una generosa cifra de impuestos para sus gobernantes. Las Administraciones verán gozosas cómo entra el dinero en sus arcas, pagado por los millones de adictos que generaremos. Bien es verdad que los gastos engendrados por las enfermedades derivadas de la droga serán muy superiores a los ingresos… pero eso será puesto en cuestión por los mismos adictos, los cuales tronarán contra la idea de que alguien les pudiera limitar el uso de la droga. La mayor parte de ellos no creerán estar enganchados (igual que los alcohólicos, los heroinómanos o los cocainómanos) y negarán creer que la droga es responsable de gran cantidad de cánceres y de infartos, a pesar de que las evidencias son implacables.

«Muchos de los adictos extenderán el uso de la droga, con su ejemplo. Está comprobado que los hijos de padres adictos, por ejemplo, tendrán un riesgo tres veces mayor de ser asimismo drogadictos. Habida cuenta de que, al usar la droga se suministran dosis de ella, de una forma inevitable, a quienes están cerca, muchas personas, sanas y no drogadictas, no tendrán más remedio que consumirla pasivamente, a menos que sean gentes con la voluntad suficiente como para dejar de respirar.

«En muchos países, la distribución de la droga será un Monopolio del Estado. En otros, las Compañías suministradoras de droga, tan poderosas como las mafias que distribuyen drogas prohibidas, pero trabajando a la luz del día, nos constituiremos en poderosos líderes de opinión. A través de la publicidad, a veces encubierta, difundiremos el uso de la droga. Si conviene, organizaremos o propiciaremos actividades deportivas. Muchos deportistas, aunque no empleen la droga, pues es nefasta para su salud deportiva, no harán ascos al dinero que les ofrezcamos. Mediante los medios de comunicación propagaremos la idea de que «el uso de la droga es una opción dimanada de la libertad individual», procurando encubrir el hecho de que los daños sociales (gastos por enfermedades, gastos por horas de trabajo perdidas…) no son individuales sino que los pagan todos los ciudadanos, y olvidando que los drogadictos pasivos también deberían poder hacer uso de su libertad. Las Compañías extenderemos la idea de que «usar la droga en forma moderada, no es malo» ocultando el hecho de que el 95 % de los consumidores lo hace en forma inmoderada, con un uso habitual y diario.

«Nos haremos la barba de oro a costa de la drogadicción de gran cantidad de personas. Nos frotaremos las manos mientras millones de consumidores, en todo el mundo, acaban sus días entre sufrimientos. Como que en los países más civilizados se darán cuenta, tarde o temprano, de la realidad del asunto y empezarán a poner pegas para la extensión de la drogadicción, difundiremos su uso en el Tercer Mundo, donde los gobiernos son más fáciles de convencer para colaborar con nosotros a costa de la enfermedad de sus gobernados. La cosa dará para más de cien años. Esto es un momio, y lo demás son truenos.»

Si alguien dijera eso, seguramente le lincharían.

El tabaco crea más de 3.000 sustancias al ser quemado. De ellas, algunas son extremadamente tóxicas: monóxido de carbono, nicotina, alquitranes, incluyendo elementos radiactivos e hidrocarburos aromáticos bien conocidos como generadores de cáncer: nitrosaminas, aminas aromáticas y benzopirenos.

Fumar cigarrillos causa el 25% de muertes, además prematuras (unas 40.000 muertes en España). Bronquitis crónicas y enfisemas (unas 8.000) y cáncer de pulmón (otras 8.000 muertes) son, junto con el infarto de miocardio (unas 8.000), las causas más frecuentes de muerte debidas al tabaco. El gasto generado por los fumadores es el más alto de los correspondientes a tratamientos médicos y a horas laborales perdidas por enfermedad. Tal gasto es muy superior a los impuestos generados por la venta de tabaco.

Los cigarrillos, tal como los conocemos, son un invento reciente. En su inicio, se consideraban cursis y levemente afeminados. Los hombres de verdad liaban su propia picadura, usaban pipa, aspiraban tabaco en polvo (rapé), mascaban tabaco o fumaban suntuosos cigarros puros. La primera gran campaña de publicidad para lanzar cigarrillos de papel al mercado, y para conseguir que las mujeres fumasen, fue efectuada a principios de nuestro siglo por Lucky Strike. El genio de tal campaña fue uno de los padres de la publicidad moderna, Albert Lasker. Hacia el final de su vida, Lasker donó su cuantiosa herencia para crear una fundación para el estudio del cáncer. Se sentía inmensamente culpable por haber contribuido a la extensión del tabaco. La Fundación otorga anualmente el Premio Lasker, equivalente del Nobel para investigaciones acerca del cáncer.

La nicotina es la droga responsable de la adicción. Es un potente estimulante, que actúa provocando la secreción de neurotransmisores (adrenalina, dopamina, endorfina) los cuales causan sensación de placer, aumentan el rendimiento, mejoran la memoria, disminuyen el apetito, reducen la ansiedad y disminuyen el umbral para el dolor. Son efectos parecidos a los de las amfetaminas o la cocaína, sólo que en menor intensidad… pero con un coste de compra mucho menor, venta libre, y, en muchos países, tolerancia social.

La nicotina es una droga con síndrome de abstinencia: Todo fumador de pro sabe que cuando se ve obligado a estar sin fumar padece una serie de molestias:

cambios de humor trastornos del sueño irritabilidad ansiedad trastornos de concentración cansancio disminución del ritmo del corazón aumento de apetito Los efectos de la nicotina no incluyen trastornos de conducta antisocial, generalmente ligados al abuso de alcohol, cocaína u otras drogas. Ello hace que se minimice su efecto como auténtica droga, activa sobre el cerebro, y cuya «aparente» inofensividad encubre una triste realidad: es la droga con más adictos en todo el mundo.

A pesar de que los fumadores, en nuestro país, se muestran muchas veces insolentes y retadores, deberían comprender que son enfermos, que padecen un trastorno por habituación a una sustancia psicoactiva (nicotina) tan «droga» como la cocaína o la heroína… y que comporta un inmenso mayor número de personas enfermas y muertas que todas las demás drogas juntas (a excepción del alcohol, otra droga social extremadamente grave). Las leyes deberían ser más severas con ellos (al estilo de EEUU) y fumar en lugares públicos no debería estar permitido. No solamente por la contaminación del aire con sustancias carcinógenas, sino por el ejemplo social negativo que ello comporta.

Dejar de fumar es tan difícil como dejar cualquier otra droga psicoactiva. Aproximadamente un 12 % de personas pueden dejar de fumar sin ningún tipo de apoyo. Entre un 30 y un 40 % de personas logran mantenerse sin fumar tras dos años de algún tratamiento concreto, cifras muy similares, por ejemplo, a las de la heroína. Los tratamientos antitabaco más útiles son:

– Reemplazo de la nicotina fumada (evita los alquitranes tóxicos; permite ir reduciendo dosis poco a poco). Distintas formas de hacerlo:

pastillas de nicotina o de lobelina (sustancia muy parecida)
parches de nicotina (a través de la piel)
chicles de nicotina
uso del tabaco en polvo para aspirar (rapé)
uso de medicamentos que reducen los efectos de la abstinencia (algunos antidepresivos, por ejemplo)
acupuntura

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