Dos innovadoras inmunoterapias acaban de ser aprobadas en el país para atacar de manera directa el cáncer de vejiga y cáncer de pulmón.
El cáncer de pulmón es el más mortal de todos los tipos de cáncer: el 20% de los fallecimientos por este mal se deben a este tipo de tumores.
En el mundo se producen aproximadamente 1,8 millones de casos de cáncer de pulmón al año, mientras que en la Argentina se registran aproximadamente 11.200 casos anuales.
Es el segundo tipo de cáncer más frecuente en hombres (detrás del de próstata) y el cuarto en mujeres (luego del de mama, cuello uterino y colorrectal).
¿El principal responsable? Sí, el cigarrillo, causante directo del 87% de los casos de cáncer de pulmón.
Por su parte, el cáncer de vejiga se encuentra entre los 10 tipos de cáncer más comunes en el mundo, con cerca de 430 mil nuevos casos por año, con una tasa de mortalidad de 165.000 personas en ese lapso de tiempo. En Argentina, se registran alrededor de 3500 casos anualmente.
Los últimos años han sido claves en la lucha contra el cáncer, ya que se han desarrollado terapias innovadoras que han retrasado la progresión de la enfermedad y, en muchos casos, hasta la han cronificado.
A medida que avanza el conocimiento sobre las características moleculares de los tumores, se desarrollan terapias cada vez más específicas, que se focalizan en objetivos más puntuales asociados al cáncer, los que permiten tratar inclusive tumores para los que no había opciones terapéuticas.
La inmunoterapia, también denominada terapia biológica, estimula las defensas naturales del cuerpo, a fin de combatir el cáncer.
Nuevas terapias
La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó dos nuevos tratamientos inmunoterapéuticos para el cáncer de pulmón y de vejiga, atezolizumab y alectinib, que representan esta nueva manera de enfrentar la enfermedad.
Estos nuevos medicamentos recientemente aprobados en la Argentina son una inmunoterapia denominada “anti PD-L1”, indicada tanto en un tipo de cáncer de pulmón como en cáncer de vejiga metastásico, y una terapia dirigida para un subtipo de cáncer de pulmón con la alteración genética ALK.
La inmunoterapia, también denominada terapia biológica, es un tipo de tratamiento para el cáncer que estimula las defensas naturales del cuerpo, a fin de combatir el cáncer. Utiliza sustancias producidas por el cuerpo o fabricadas en un laboratorio para mejorar o restaurar la función del sistema inmunitario.
Puede funcionar de tres maneras: detiene o retrasa el crecimiento de las células cancerosas, impide que el cáncer se disemine a otras partes del cuerpo o bien ayudar al sistema inmunitario para que funcione mejor a la hora de destruir las células cancerosas.
“Estamos viviendo un momento histórico en oncología, un momento del que somos parte protagonista, y esto sin duda constituye una enorme responsabilidad no sólo con el paciente oncológico sino con la sociedad en su conjunto”, enfatiza a InfoVitalis la doctora Rosario García Campelo, médica oncóloga responsable de patología torácica del Hospital Universitario de La Coruña y miembro de la Junta Directiva Sociedad Española de Oncología (SEOM).
“Estoy convencida de que estamos curando a muchos pacientes gracias al avance de las inmunoterapias”, agrega.
Diferenciar los tumores
El doctor Claudio Martin, responsable del área de Tumores de Pulmón del Instituto Alexander Fleming y del Hospital María Ferrer, explica que “en la actualidad es posible diferenciar muchos tipos de tumores en base a sus modificaciones genéticas”.
Al respecto, señala que resulta necesario “hacer un test genético que permita establecer cuál es el tratamiento que tendrá más impacto. Este es un cambio que ocurrió en los últimos seis o siete años; cada vez encontramos más vías o ‘calles’ por donde va el tumor, y tenemos más medicaciones; anteriormente, teníamos a todos los pacientes con quimioterapia y no podíamos individualizar el tratamiento”.
Con las terapias dirigidas para el cáncer de pulmón, “el beneficio es mucho mayor que con quimioterapia, la toxicidad es mucho menor, y lo que ha cambiado es que ahora hay una tendencia a la cronificación de la enfermedad, mientras que antes la expectativa de supervivencia era muy pobre, aún con quimioterapia”, sostiene el especialista.
Respecto al cáncer de vejiga, las opciones terapéuticas eran muy limitadas. “La droga fundamental es el cisplatino, y data de los años ’70”, subraya el doctor Juan Pablo Sade, a cargo del área de Tumores Urológicos del Instituto Alexander Fleming.
“La aprobación de esta inmunoterapia es un tratamiento excelentemente tolerado, muy efectivo en un número considerable de pacientes y con larga duración, así que sin duda ha cambiado de manera definitiva el paisaje, la situación del tratamiento del cáncer de vejiga metastásico, y ha mejorado en muchos aspectos lo que teníamos hasta ahora”, resalta el especialista.
Las inmunoterapias para el cáncer anti-PD-L1 restauran la respuesta inmunitariapara que los linfocitos T destruyan células cancerosas.
Inmunoterapia anti PD-L1
La PD-1 es una proteína ubicada en la superficie de los linfocitos T que sirve para mantener bajo control la respuesta inmunitaria.
Cuando la PD-1 se une a la proteína PD-L1 en una célula cancerosa, evita que los linfocitos T la destruyan. La célula tumoral se “disfraza”, desactiva los puntos de control y pasa inadvertida para el sistema inmunitario.
Las inmunoterapias para el cáncer anti-PD-L1 restauran la respuesta inmunitaria para que los linfocitos T destruyan células cancerosas.
El atezolizumab es una inmunoterapia anti PDL111 que actúa sobre la proteína PD-L1 para restaurar la respuesta inmunitaria, tanto en el cáncer de pulmón de células no pequeñas (CPCNP) como en el cáncer de vejiga.
Esta inmunoterapia demostró eficacia en cáncer de vejiga metastásico, y un aumento de la supervivencia global en comparación con la obtenida con quimioterapia en cáncer de pulmón de células no pequeñas.
“Los avances en inmunoterapia contra el cáncer harán que en los próximos 20 años se logren avances muy superiores a los alcanzados en los últimos 50 años”, concluye García Campelo.
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