El consumo excesivo de alcohol altera las funciones cerebrales a largo plazo. Un nuevo estudio en el que han participado jóvenes de ambos sexos muestra que dichas alteraciones son muy diferentes según se trate de hombres o mujeres, y que afectan más al cerebro masculino. De hecho, y según ha explicado Outi Kaarre, de la Universidad de Finlandia Oriental y principal investigador, se observaron más cambios en la actividad eléctrica del cerebro de los varones, y los resultados mostraron que el alcohol provoca alteraciones más pronunciadas en la neurotransmisión eléctrica y química en los hombres que en las mujeres.
El estudio se llevó a cabo con un grupo de jóvenes (11 hombres y 16 mujeres), de entre 23 y 28 años, que consumieron alcohol durante diez años, al que se comparó con otro grupo de jóvenes (12 hombres y 13 mujeres) que actuó como control, por lo que no ingirieron alcohol durante ese periodo, o su consumo fue muy reducido. Los investigadores analizaron las respuestas del cerebro de los participantes cuando era estimulado por pulsos magnéticos, con una técnica denominada Estimulación Magnética Transcraneal (EMT) que activa las neuronas del cerebro, y midieron su actividad cerebral con un electroencefalograma (EEG).
Mayor actividad eléctrica cerebral en los hombres
La actividad eléctrica del cerebro era superior en los hombres, lo que sugiere, según los investigadores, que el alcohol altera más las funciones cerebrales en el caso de los varones, ya que comprobaron que el consumo de esta sustancia durante un periodo prolongado afectaba a la neurotransmisión eléctrica en los dos tipos de receptores GABA, A y B, mientras que en las mujeres solo afectaba al receptor GABA-A.
El alcohol provoca alteraciones más pronunciadas en la neurotransmisión eléctrica y química en el cerebro de los hombres
Los investigadores tienen ahora que descubrir cuáles son las implicaciones de su hallazgo, pero se sabe que el neurotransmisor GABA está involucrado en la inhibición de numerosas funciones cerebrales y del sistema nervioso central, y es un factor importante en el desarrollo de ansiedad y depresión. Estudios previos realizados en animales habían mostrado que GABA-A influía sobre los patrones de consumo, y GABA-B se asociaba con el deseo general de beber alcohol.
Kaarre ha señalado que los resultados confirman que beber alcohol es perjudicial para los jóvenes, y que este consumo afecta de forma diferente a hombres y a mujeres a largo plazo. Y añade que ahora deben averiguar cómo se manifiestan esas diferencias, y que probablemente se debería tener en cuenta el sexo del paciente a la hora de abordar el tratamiento y la prevención del alcoholismo.
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