«Tienes que completar el ciclo de tomas del antibiótico aunque te sientas curado porque las bacterias que puedan quedar se volverán resistentes». Esta recomendación debe quedar erradicada de las consultas médicas, según recomienda en sus conclusiones un análisis llevado a cabo por expertos de la Universidades de Brighton, Sussex y Oxford y publicado en el British Medical Journal. Los investigadores proponen incluso contradecir a la OMS y popularizar el mensaje de que debemos dejar el tratamiento «cuando nos sintamos bien».
«El ciclo de antibióticos es cosa del pasado«, asegura la publicación. Los expertos han puesto a prueba la premisa de que el calendario de tomas prescrito para cada tratamiento evita que los microorganismos se vuelvan resistentes al fármaco, un problema acuciante que está obligando a los laboratorios a forzar la máquina para desarrollar superantibióticos. Este planteamiento, según los autores, es «una falacia«.
«El mensaje enraizado de que los pacientes deben cumplir el ciclo de antibióticos para evitar la resistencia antibiótica no está respaldado por hechos probados y debe ser abandonado» – argumenta el profesor de enfermedades infecciosas Martin Llewelyn, que ha liderado el trabajo. «De hecho, los pacientes son expuestos a un riesgo innecesario cuando el tratamiento se alarga demasiado, no cuando se interrumpe antes de tiempo«.
Los investigadores trazan el origen del mito al propio sir Alexander Fleming, descubridor de la penicilina. En su discurso de aceptación del Nobel de Medicina, describió el caso de un paciente que, por tratarse una infección de forma parcial, se la transmitiría de forma incurable a su familia. «¡Si usas penicilina, usa la suficiente!» – fue su famosa frase. Pero «irónicamente», señalan los autores, el Streptococcus pyogene, descrita hace más de un siglo, sigue siendo vulnerable a su medicación.
Por el contrario, aseguran, las bacterias que provocan el problema de la resistencia antibiótica son de tipo «oportunista» y ya habitan en nuestro entorno y nuestro organismo, como la Escherichia coli. Cuando las bacterias objetivo del tratamiento mueren, estas ocupan su lugar alojándose en la piel o el intestino. Una sobreexposición al antibiótico hace que solo sobrevivan las resistentes, que luego transmitirán sus genes a otras cepas.
Los ciclos tienen una duración arbitraria por «miedo a la inframedicación«, aseguran los investigadores, cuando precisamente la medicina contemporánea busca reducir la farmacología al mínimo. Tampoco tienen en cuenta que cada paciente puede responder de una manera distinta al antibiótico. En personas ingresadas esta variable se puede controlar mediante biomarcadores; fuera del hospital, la recomendación se reduciría a «tome antibióticos hasta que se encuentre bien».
Llewelyn subraya que, en cualquier caso, hay tratamientos que exigen un ciclo estricto, como el de la tuberculosis. Por lo tanto, a la recomendación de «completar el ciclo en cualquier caso», propone sustituirla por «tomarlo exactamente tal y cómo prescriba el médico«, que tendrá en cuenta estos factores específicos.
Los médicos advierten: «Es un mensaje confuso»
Los profesionales sanitarios han reaccionado con preocupación a la premisa del trabajo. «Los ciclos recomendados no son fruto del azar» – advierte Helen Stokes-Lampard del Royal College of General Practitioners. «Están hechas a medida de determinadas condiciones individuales. Y tienden ya de por sí a ser muy cortos. Para una infección del tracto urinario, por ejemplo, suelen bastar tres días para curarla».
«Nos preocupa esta idea de los pacientes dejando de tomar su medicación a medias de un ciclo porque ‘se encuentran mejor'» – subraya. «La mejora de los síntomas no significa forzosamente que la infección haya sido completamente erradicada. Es importante que los pacientes reciban mensajes claros. El mantra de que hay que completar el ciclo de antibióticos es de sobra conocido, y cambiarlo solo va a servir para confundir a la gente».
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