Las cifras son claras: cada año mueren en el mundo más de 600 000 personas a consecuencia de caídas, lo que significa que es la segunda causa de muerte por lesiones no intencionales (la primera son los accidentes de tránsito); asimismo, cada año se producen alrededor de 37 millones de caídas cuya gravedad requiere atención médica.
La edad, es decir, tener más de 65 años es, tal como advierte la OMS, un factor de riesgo indudable. De hecho, éste es el grupo de edad con una mayor tasa de mortalidad por caídas, muchas de las cuales se producen en el propio domicilio. De ahí que sea tan importante ADAPTAR EL HOGAR, en la medida en que sea posible, a las nuevas necesidades vinculadas con la edad y los trastornos físicos, sensoriales y cognitivos que suelen llevar aparejados.
Como bien sabemos, algunas de esas medidas son muy costosas, como, por ejemplo, la adquisición de camas articuladas, pero hay otras mucho menos costosas y que se pueden llevar a cabo fácilmente. Nos vamos a centrar en estas últimas.
Algunas de estas MEDIDAS son muy GENERALES y se pueden aplicar a las distintas estancias del hogar. Así, por ejemplo, es importante:
Evitar el uso de tapetes: una buena idea es retirarlos por completo o, en su defecto, fijarlos al piso para evitar que se deslicen y doblen.
Iluminar bien cada estancia: los interruptores deben poder verse bien, también en la oscuridad, para lo cual pueden fijarse sobre ellos etiquetas fosforescentes.
Recoger siempre bien los cables que pueda haber sueltos, que no estén tirados sobre el piso e interfieran en nuestro paso, por el riesgo que existe de que se nos enreden en los pies.
Colocar todo aquello que sea básico para nosotros a una altura adecuada, es decir, que no necesitemos subirnos a ninguna banqueta ni silla para alcanzarlo.
Tener los closets ordenados y retirar obstáculos tales como macetas, mesitas, etcétera.
Colocar almohadillas anti deslizantes en aquellos muebles que no estén fijados, como por ejemplo las patas de las sillas, de modo que no se deslicen al apoyarnos en ellas.
Por su parte, en la RECÁMARA y el BAÑO, se aconsejan las siguientes medidas:
Disponer de alguna lámpara con batería que se pueda prender de noche. O tener un interruptor a mano, en la cabecera de la cama para poder encender la luz sin tener que levantarse de la cama y caminar a oscuras.
Colocar la ropa de uso habitual al alcance de la mano.
La altura de la cama debe estar adecuada a nuestra movilidad, que no sea demasiada alta.
Colocar barras de sujeción en la regadera y la tina, así como también junto al inodoro.
Siempre que sea posible, es mejor utilizar un plato de regadera a ras del piso que la tina.
En el caso de personas con poca estabilidad o problemas de movilidad, lo que puede hacerse es colocar una banqueta o silla estable y bien sujeta al piso (por ejemplo, con base de patas de goma), de manera que la persona pueda asearse sentada.
Todo el piso del baño debe ser anti deslizante, incluido por supuesto el de la regadera.
Todas estas sencillas medidas, muchas de ellas a nuestro alcance, pueden evitarnos muchos disgustos ya que hay caídas que pueden llevar secuelas importantes. Como último consejo al respecto, es recomendable también tener siempre un teléfono accesible, de modo que ante cualquier inconveniente podamos comunicarnos fácilmente sin tener que andar buscándolo por la casa.
La semana que viene trataremos sobre la hipertensión para entender en qué consiste y qué podemos hacer para controlarla.
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