Durante el siglo XX, el uso de antibióticos permitió salvar numerosas vidas. En los últimos años, sin embargo, el auge de la resistencia de las bacterias a estos fármacos amenaza la salud de la población mundial. Ahora, Brice Felden y su equipo, de la Universidad de Rennes en Francia, podrían haber hallado una posible solución al problema: la toxina bacteriana PepA1. Los investigadores usaron la estructura de esta molécula como modelo para generar 2 compuestos capaces de eliminar bacterias multirresistentes.
PepA1, secretada por la especie de bacterias Staphylococcus aureus, resulta de especial interés, ya que no solo degrada las membranas de las células huésped infectadas, sino también las bacterianas. No obstante, su toxicidad limita las aplicaciones terapéuticas de la molécula. Por consiguiente, en su trabajo, publicado por la revista Plos Biology, los científicos modificaron PepA1 con el objeto de reducir dicho efecto indeseado, mas sin perder la acción bactericida. Como resultado, obtuvieron 4 pequeñas proteínas, también conocidas como peptidomiméticos, cuya eficacia evaluaron en modelos humanos y animales.
En ratones, el tratamiento de infecciones cutáneas y sistémicas aportó datos similares, en cuanto a acción bactericida y ausencia de resistencia, a los obtenidos para las muestras humanas. Asimismo, las concentraciones usadas en ambos modelos resultaron seguras, sin efectos adversos.
Tras los buenos resultados obtenidos en el caso de las bacterias Gram-positivas Staphylococcus aureus, los autores infectaron la piel y el torrente sanguíneo de los roedores con Pseudomonas aeruginosa, una especie Gram-negativa. Sin embargo, en este modelo, solo 2 de los compuestos resultaron eficaces contra este tipo de patógenos.
Felden y sus colaboradores, concluyen que sus péptidos sintéticos, y en especial los 2 capaces de eliminar tanto los microrganismos Gram-positivos como los Gram-negativos, constituyen una importante herramienta en la lucha contra la resistencia antibiótica. Por ello, en un futuro, evaluaran su seguridad en un ensayo clínico de fase I con voluntarios humanos.
Fuente: investigaciónyciencia.es
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