Además de aportar nutrientes y hormonas, la leche materna se encarga de «educar» el sistema inmunológico de los bebés y enseñarle qué bacterias son buenas y cuáles malas para su bienestar. Esa es la hipótesis que plantea un grupo de investigación encabezado por el doctor Jaime García Mena, luego de identificar la presencia de bacterias en la leche que producen las mujeres lactantes.
Los investigadores documentaron la presencia —abundante— de bacterias del tipo —Citrobacter, pseudomonas, estafilococos y estreptococos— que son patógenas, pero sorprendentemente ni las madres de donde se obtuvieron las muestras ni los bebés lactantes se encontraban enfermos. Es por ello que el equipo de investigadores del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) piensa que no están ahí de manera incidental.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el doctor García Mena, quien se desempeña como investigador 3C del Cinvestav, explicó que el proyecto inició como resultado de un acercamiento con el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud que buscaba argumentos científicos para promover la lactancia materna. Fue así como comenzaron a caracterizarla y se encontraron con diferentes comunidades microbianas donde se pensaba no existían.
“Nosotros caracterizamos las comunidades microbianas en relación con la educación que hace la mamá al sistema inmune de su hijo. Al momento de amamantar al bebé, la mamá le aporta, además de los nutrimentos y hormonas, bacterias que permiten que el sistema inmune del bebé madure”.
En busca de bacterias en la leche materna
El primer paso que el equipo dio fue entablar acuerdos de colaboración con hospitales y bancos de leche materna para obtener las muestras necesarias y definir si existían bacterias o no. Ante su presencia, se propusieron caracterizarlas.
“Es importante precisar que se recolectaron tres tipos de muestras: la primera directamente de madres lactantes, la segunda de bancos de leche previo a su pasteurización y la tercera en los mismos bancos de leche, pero posterior al proceso de pasteurización al que es sometida la leche”.
El objetivo fue comparar la presencia de patógenos entre las tres muestras y determinar no solo qué tanto disminuyen tras la pasteurización, sino también que la presencia de bacterias no es consecuencia de contaminación accidental.
“Trabajamos con el doctor Martín Noé Rangel Calvillo, jefe de Servicio del Banco de Leche Humana y de la División de Perinatología y Pediatría en el Hospital General de Ecatepec Dr. José María Rodríguez, y gracias a este trabajo conjunto no solo obtuvimos las muestras que necesitábamos, sino que ellos se convirtieron en el primer banco de leche en contar con un estudio de caracterización microbiana por técnicas masivas de secuenciación”, explica García Mena.
Genes y bacterias
Esta parte del proyecto se dividió en dos etapas: en una primera, el grupo de investigación se dio a la tarea de identificar el tipo de bacterias presentes en la leche de las madres lactantes; mientras que en la segunda, se identificaron las presentes en la leche de bancos previo y posterior a la pasteurización.
“De las muestras recolectadas extrajimos ADN que, a través de técnicas moleculares de amplificación, nos permiten obtener una parte de la huella digital, de la herencia de cada una de las bacterias que es el gen 16S ribosomal. Una porción de ese gen es la que secuenciamos; básicamente es como tomar una foto instantánea de una gran comunidad de seres, permitiéndonos identificarlos uno por uno”.
Ese mismo procedimiento se llevó a cabo con las muestras de leche obtenidas en el banco previo y posterior a la pasteurización. Los resultados de la secuenciación fueron sometidos a un proceso de análisis comparativo con las bases de datos que ya existen para identificar los tipos de bacterias y determinar su abundancia en las muestras.
“Fue una gran sorpresa darnos cuenta, en primera instancia, de la existencia de colonias de bacterias en la leche materna y también que se trata de bacterias que están más allá de las que pudieran existir derivado de contaminación accidental. Hay bacterias que se reproducen y viven dentro del órgano que produce la leche —mama— y que al momento de alimentar al bebé se transmiten de la madre al hijo”.
Al respecto, el equipo de investigación formuló la hipótesis de que esto funciona como un mecanismo para educar el sistema inmune del bebé en los primeros días de su vida.
“Muchas de las bacterias presentes, entre ellas Citrobacter, pseudomonas, estafilococos y estreptococos, están asociadas con enfermedades, pero paradójicamente los niños que son amamantados con esa leche están sanos y las mamás también lo están. De ahí que creemos que su presencia es importante, pues ayudan al bebé a aprender qué bacterias son buenas y cuáles malas”.
En una siguiente etapa del proyecto, el equipo de investigación, en trabajo colaborativo con el doctor Leopoldo Santos Argumedo, también del Cinvestav, se dará a la tarea de precisar cómo se seleccionan las bacterias que serán transmitidas de la madre al bebé y cómo van para que el sistema inmune del bebé aprenda cuáles son malas y cuáles no.
Principales bacterias identificadas | Leche cruda (%) | Leche pasteurizada (%) | Copro de bebé (%) | Enfermedad asociada |
Staphylococcus | 26.5 | 14.8 | 0.7 | Neumonía, infecciones de la piel (celulitis, impétigo, abscesos) |
Pseudomonas | 9.3 | 13.8 | 0.2 | Sepsis, infecciones del oído |
Acinetobacter | 9.4 | 6.1 | 0.5 | Neumonía, infecciones en piel, tracto urinario |
Streptococcus | 6.7 | 7.2 | 4.9 | Sepsis tardía neonatal, meningitis, neumonía |
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