Todos hemos notado esa sensación de pesadez digestiva y de sentirnos hinchados como un globo después de una ingesta copiosa alguna vez, de esas que dices “necesito tumbarme un rato para darle tiempo al cuerpo a procesar toda esta comida”.
Al ser algo puntual, no le damos más vueltas, y esperamos a que nuestro estómago e intestino trabajen en exceso hasta volver a esa sensación de confort.
Pero, ¿qué pasa cuando esta sensación se convierte en algo frecuente?
Estoy segura de que, si no eres tú mismo, conoces a alguien que le sientan mal muchos alimentos, que se queja siempre porque está hinchado como un globo al final del día o que tiene dolores abdominales constantes.
Nuestro aparato digestivo funciona como una cadena de montaje. Cada órgano, sistema, célula, enzima y bacteria que conforma el tracto gastrointestinal tiene su función específica, en busca de un resultado común: digerir y absorber los nutrientes para poder ser aprovechados y poder llevar a cabo las funciones vitales.
Si un operario de esta cadena se altera por cualquier razón, dejará de hacer su función o la hará mal, y esto se verá reflejado en el resultado de la digestión y/o absorción de nutrientes. Hinchazón, gases, heces no consistentes y malolientes son ejemplos de que algo en esta cadena no ha acabado de funcionar del todo bien. Estos síntomas de los que tanto nos quejamos, son nuestra señal de alarma, para parar atención y dar espacio a escuchar a nuestro cuerpo.
Hay múltiples causas que pueden originar estas digestiones pesadas y estos síntomas digestivos. Muchas veces la causa está en los malos hábitos alimentarios, muchas veces normalizados, como:
- No masticar bien los alimentos, ya que la primera digestión empieza en la boca con los dientes, lengua y la saliva.
- Picotear mucho entre horas, ya que no dejamos espacio para que el estómago e intestino acaben de digerir los alimentos anteriores, y tengan tiempo para limpiarse a sí mismos al acabar.
- Tomar alimentos de mala calidad nutricional e inflamatorios, como los ricos en grasas de mala calidad, hacen más lenta y difícil la digestión.
- La manera de cocinar los alimentos. Los fritos y rebozados, por ejemplo, ralentizan la digestión.
- Las cantidades de alimentos consumidos. El vaciado del estómago y la digestión es más lenta en un estómago que está demasiado lleno.
Todos estos puntos mencionados, contribuyen a que los operarios de la cadena de montaje de la que hablábamos al principio, se fatiguen, ya que les toca trabajar en exceso u horas extra fuera de su jornada. Como cualquier trabajador, al principio hará un esfuerzo para que todo siga funcionando correctamente, pero llegará un punto que estará exhausto, se volverá perezoso y dejará de trabajar correctamente. Será entonces, cuando los problemas surgirán y aparecerán muchos de los síntomas digestivos que tan molestos son.
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