La realización regular de ejercicio físico reduce el riesgo de desarrollar diferentes tipos de cáncer, entre ellos, el de mama. Además, contribuye a disminuir o prevenir los efectos secundarios de los tratamientos para este tumor. Así lo recuerda el Grupo GEICAM de Investigación en Cáncer de Mama, que, con motivo del Día Mundial de la Actividad Física ha reeditado una infografía sobre los beneficios y recomendaciones en torno al ejercicio físico para pacientes con esta enfermedad que están en tratamiento o para los que la han superado.
El documento ha sido elaborado en el marco del Proyecto de Ejercicio Físico Oncológico, que tiene el tres objetivos: liderar la investigación sobre los beneficios de esta actividad en la evolución del cáncer de mama, generar una red de especialistas en la materia y divulgar sus ventajas a pacientes, instituciones y población general.
Una de las principales aportaciones de GEICAM en el terreno de la investigación es el estudio epidemiológico EpiGEICAM, que revela que el riesgo de las mujeres españolas con una vida sedentaria de padecer cáncer de mama es un 71 por ciento superior al de aquellas que cumplen las recomendaciones internacionales de ejercicio físico (150 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada, o bien 75 minutos de actividad física aeróbica vigorosa cada semana) y que el 13,8 por ciento de nuevos casos podrían evitarse con la realización de actividad física.
Esta investigación, de casos y controles, tiene como objetivo estudiar el papel de los factores reproductivos y el estilo de vida, incluyendo la práctica de ejercicio físico, el tipo de dieta y el consumo de alcohol, en el desarrollo del cáncer de mama en España. En ella participaron 1.017 mujeres recientemente diagnosticadas de este tipo de cáncer y 1.017 mujeres sin la enfermedad.
Beneficios del ejercicio físico y recomendaciones
Tal y como se indica en la infografía, la actividad física disminuye la sensación de fatiga relacionada con el cáncer, mejora la calidad de vida, la función física, la salud ósea y la calidad del sueño. Asimismo, contribuye a reducir trastornos como la ansiedad y depresión relacionados con el diagnóstico y tratamiento del cáncer. Además, el ejercicio de fuerza progresivo y supervisado no hace aumentar el riesgo ni exacerba los síntomas de linfedema. Esta patología es una de las consecuencias del tratamiento quirúrgico del cáncer de mama, que provoca acumulación anormal de líquido y macromoléculas en los tejidos blandos por una alteración de la capacidad de transporte del sistema linfático.
“El ejercicio contribuye a mejorar la composición corporal al reducir la grasa corporal, aumentar la masa muscular y los niveles de fuerza, además de mejorar la densidad ósea, aumentar la función cardiaca, regular los niveles de glucosa en sangre y la resistencia a la insulina, y regular la respuesta inflamatoria y el sistema inmune”, señala María Alonso, coordinadora del Programa de Ejercicio Físico en Oncología de GEICAM.
“La actividad física está indicada para todo tipo de pacientes, aunque es necesario individualizarla según las características de cada persona, posibles patologías que pueda padecer y su estado de forma física”
María Alonso, coordinadora del Programa de Ejercicio Físico en Oncología de GEICAM.
Explica que esta actividad “está indicada para todo tipo de pacientes, aunque es necesario individualizarla según las características de cada persona, posibles patologías que pueda padecer y su estado de forma física”, añade. Además, aconseja que el ejercicio esté pautado y controlado por un profesional. De forma general, siempre que sea posible, hay que hacer un mínimo de 150 minutos a la semana de ejercicio aeróbico y dos sesiones por semana de ejercicio de fuerza.
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