En otros artículos ya hemos comentado la importancia de mantener una dieta equilibrada, así como los beneficios que aporta a la salud estar activos mediante el ejercicio.
Pero estos hábitos siempre tienen que estar acompañados de otro: la hidratación. Al igual que muchas paradojas, con la hidratación ocurre lo mismo que con otros hábitos, que de tan comunes y corrientes que son nos olvidamos de su importancia.
Hidratarse no consiste en seguir el clásico consejo sobre “beber dos litros de agua al día”, ya que dependiendo de cada persona su masa y metabolismo, la edad que tenga y su condición física, esta hidratación varía mucho. Y es que nuestro comportamiento en el día a día modifica la cantidad de líquidos que necesitamos, cuándo debemos hacerlo y cómo.
Este último punto es importante porque hidratarse no significa beber agua. El consumo del “líquido elemento” no es la única opción ya que podemos echar mano de otras bebidas y frutas como la leche, los zumos, y frutas como pera, melón o la sandía.
Respecto al momento de hidratarse, éste es especialmente importante antes, durante y después del ejercicio físico o un esfuerzo. Antes de comenzar el entrenamiento, por ejemplo, habrá que haber tenido una hidratación constante; de esta forma preparamos al cuerpo para tener líquidos con los que hacer frente al sobreesfuerzo.
Durante la actividad, a partir de la media hora, es aconsejable compensar la pérdida de líquido, para lo que se recomienda beber entre 6 y 8 ml por kilo y hora de ejercicio. Es decir, beber entre 150 y 200 mililitros cada 20 minutos. Unas cifras para un esfuerzo moderado.
Una vez terminado el esfuerzo es muy conveniente reponer líquidos, aunque creamos que no hemos sudado lo suficiente o no tengamos sed. La ingesta de líquidos debe hacerse de forma más paulatina. Ir consumiendo medio litro cada poco.
Mantener unos buenos niveles de hidratación tiene unas consecuencias inmediatas en nuestro metabolismo ya que es necesaria para el intercambio iónico, para mantener el pH sanguíneo, nos ayuda a prevenir el exceso de peso y la obesidad, y ayuda a una buena depuración de los excedentes de nuestro cuerpo, manteniendo nuestro hígado y riñones en buen estado.
En definitiva, hidratarse es necesario e importante para mantener unos buenos valores en nuestra salud diaria, no es un complemento a la dieta y el ejercicio, sino que es un aspecto igual de importante que ellos.
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