Cómo identificar ataques de ansiedad: 16 síntomas de que los padeces

Se debe buscar atención médica cuando la ansiedad perjudique la vida diaria. Por - -

La cada vez mayor conciencia social en torno a la salud mental ha ido haciendo cada vez más evidente la verdadera incidencia de esta clase de problemas, de la misma forma que también hace patente la necesidad de dedicar recursos a esta rama del bienestar humano en los servicios sanitarios públicos.

Entre los trastornos más frecuentes se encuentran algunos como los trastornos de ánimo (categoría en la que se enmarcan los trastornos depresivos) o los trastornos de ansiedad. Para algunas personas, puede ser complejo identificar los síntomas concretos de estas afecciones; por ejemplo, que signos caracterizan a un ataque de ansiedad o de pánico, una forma específica de trastorno de ansiedad.

Síntomas de un ataque de ansiedad

Los ataques de ansiedad o de pánico, indica la prestigiosa Clínica Mayo estadounidense, se refieren a unos episodios repentinos de ansiedad intensa y terror, que alcanzan un máximo en pocos minutos y tienden a remitir en  un plazo relativamente breve (desde varios minutos a varias horas). Esta presentación es diferente a la llamada ‘ansiedad generalizada’, en la que los sentimientos de ansiedad son menos intensos pero más persistentes.

Como tal, los ataques de ansiedad llevan aparejados una serie de cambios respecto al estado físico y psicológico previo, que podemos entender como síntomas agudos del episodio.

A nivel fisiológico, los ataques de ansiedad pueden ir acompañados de un aumento del ritmo cardíaco, de una aceleración de la respiración (hiperventilación), de sudoración, de temblores, de sensación de debilidad o de signos gastrointestinales.

Por otro lado, a nivel psicológico, aparecen sensaciones de nerviosismo, agitación, tensión, peligro inminente, pánico o catástrofe; puede darse una cierta dificultad para concentrarse, problemas para pensar en cualquier cosa que no sea el desencadenante del episodio, problemas para controlar los propios pensamientos o problemas o dificultad para conciliar el sueño.

Sea como sea, el criterio para consultar con un médico se refiere más al efecto del problema en la vida diaria del paciente que a los síntomas concretos. Específicamente, se considera apropiado buscar ayuda médica cuando las preocupaciones interfieran de manera negativa en el trabajo, las relaciones u otros aspectos de la vida; cuando existe un malestar significativo, cuando los miedos o preocupaciones puedan estar vinculados a un problema de salud física o de consumo de alcohol o drogas o cuando existan pensamientos o conductas suicidas o autolesivas.

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