La viruela

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Merece que mis lectores conozcan, o más bien, motivarlos a conocer, las particularidades de una enfermedad base que se puso en la palestra médica del mundo nuevamente: la viruela, enfermedad ancestralmente conocida que comparten los animales y el hombre, siendo en el hombre erradicada en 1979, manteniéndose vigente las variedades que afectan a los animales, cuya presentación última de traspaso del virus causante de los monos al hombre, ha llamado la atención, conociéndose como la “viruela del mono” siendo ya hasta este momento más de 20 casos registrados pero por fortuna, ninguno de gravedad letal.

Históricamente hace 10.000 años, apareció sobre la tierra una enfermedad que atacaba a los humanos, caracteriza por erupciones cutáneas, con afectaciones a la medula ósea, bazo y ganglios linfáticos y que cursaba con fiebre y vomito, causando millones de muertes contabilizadas en el tiempo y que alarmó a la humanidad; la historia médica resalta que en el año 1350 a de C. se registró la primera pandemia conocida, con un brote en el norte de África, siendo Egipto su sede, falleciendo el 30% de la población afectada y los sobrevivientes quedaron con secuelas toda su vida, para luego, extenderse la enfermedad por la guerra de las cruzadas, y ya en el siglo XVI, por los conquistadores españoles, falleciendo por esta causa cerca del 90% de la población indígena, entre ellos, la cultura azteca, eliminando según las fuentes, a más 3.000.000 de aborígenes, causa que facilitó la conquista de los escasos invasores a las culturas primigenias.

Causada por un virus moteado de 200 a 300 nm (nanómetros), muy grande, con dos capas en su recubierta, que pertenece a la familia de los Poxviridae y que afecta a los humanos, simios, bovinos, aves, siendo en estas dos últimas especies, muy ampliamente conocidas por la medicina veterinaria mundial, cuya presentación es usual hasta estos días.

Diferente a la terrible pandemia que nos afectó del COVID 19, causada por un virus ARN (de una sola hebra genética); este virus es ADN (doble capa genética constitutiva), que le otorga estabilidad genética. Para su control la ciencia médica desarrollo la vacuna correspondiente, que tubo su origen en 1796 cuando el doctor Edward Jenner del Reino Unido, inoculó costras infectadas de Sara Nell, pasadas seguramente por la vaca Blosson que ella ordenaba y que padecía la enfermedad, al hijo de un granjero, que al recibirlas no presentó la enfermedad, siendo revacunado a los dos meses después, con resultados halagadores, dando a conocer su hallazgo como “vacunación” por provenir de los vacunos infectados, como hasta la actualidad se conoce.

 

José Manuel Aguilar Reyes

joaguila50@gmail.com

 

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