Como ya vimos en semanas anteriores, el envejecimiento genera muchos cambios en nuestro organismo y, por lo tanto, modifica no sólo nuestras capacidades sino también nuestra manera de vivir y nuestras sensaciones en esta nueva etapa vital. Saber, conocer, qué nos pasa puede ayudarnos a entenderlo mejor y a ser más flexibles con nosotros mismos.
Concretamente, los cambios que se producen en los órganos de los sentidos son muy importantes porque alteran la manera como percibimos el mundo y la forma en que nos comunicamos.
También hay que tener en cuenta que, con el envejecimiento, la cantidad necesaria de estimulación para que seamos conscientes de una sensación aumenta. Por ello, necesitaremos estímulos más fuertes para conseguir la misma sensación que antes; también puede suceder que no notemos estímulos muy muy suaves.
A continuación, veremos qué sucede en esta nueva etapa de la vida con cada uno de nuestros sentidos:
VISIÓN
Las pupilas se dilatan o contraen para dejar entrar más o menos luz y así adaptarnos a la luz que nos llega de fuera. Cuando envejecemos las pupilas reaccionan más lentamente, de modo que nos puede costar adaptarnos cuando pasamos de un espacio luminoso a otro oscuro y viceversa. El resplandor también suele molestar. Estos dos cambios puede hacer que renunciemos a conducir de noche.
Esta renuncia a conducir también puede estar condicionada por una reducción en la visión periférica y una reducción en el campo visual (disminuye el área que vemos) .
La agudeza visual o la claridad con la que vemos también puede disminuir. Para ello unos lentes nos pueden ser de ayuda.
Los colores cálidos, como los tonos rojizos, amarillos y anaranjados son más fáciles de diferenciar. Por la noche luces de estos tonos nos pueden ayudar.
GUSTO Y OLFATO
El gusto también cambia con la edad, las papilas gustativas se reducen y, por tanto, es posible que saboreemos menos aquello que comemos.
El olfato también sufre cierta atrofia y esto es importante porque el olfato nos permite detectar algunos peligros como un incendio o una fuga de gas.
Todo ello puede tener como consecuencia que disfrutemos menos comiendo, pero podemos cocinar con especias u otros condimentos que nos gusten y aporten ese sabor extra. También con otras maneras de cocinar.
Asimismo se reduce la producción de saliva y moco.
Respecto al olfato y el gusto cabe destacar que una pérdida de olfato o gusto súbita puede ser síntoma de Covid-19 y en ese caso habría que consultar con un médico.
TACTO
Cuando hablamos de tacto no nos referimos solo a la capacidad para sentir un objeto, como por ejemplo al agarrar un objeto. El tacto incluye también sentir dolor, sentir y poder valorar la temperatura de algo y darnos cuenta, mediante el tacto, de la posición de algo.
Dependiendo de diversos factores y de determinadas enfermedades se puede ver alterada nuestra sensibilidad, lo que puede hacer que no notemos las lesiones y, por tanto, éstas empeoren. Por ello, revisarnos de vez en cuando la piel los pies puede ser de gran ayuda.
En el envejecimiento normal puede haber una disminución de la sensibilidad térmica. Por eso hay que tener cuidado con no poner el agua demasiado caliente. Podemos no notarlo y sufrir quemaduras.
Por último, también se puede ver modificada la percepción que tenemos de nuestra postura respecto al suelo, lo que conlleva un mayor riesgo de sufrir una caída.
En las próximas semanas veremos todo lo que podemos hacer (qué zapatos elegir, por ejemplo) para evitar caernos.
OIDO
Para entender los cambios que se producen en el oído hay que tener presente que el oído no solo controla la audición sino también el equilibrio.
Con la edad nos puede costar más mantener el equilibrio al sentarnos o levantarnos. Podemos hacer estos gestos más suaves o más lentamente para evitar cualquier tipo de caída.
La capacidad para oír también se suele ver reducida. Nos puede costar diferenciar algunos sonidos y mantener una conversación en ambientes ruidosos. En la medida de lo posible podemos buscar sitios tranquilos para hablar y tener a la persona de frente, ya que como hemos visto la reducción de la visión periférica hace que no veamos tan bien a los que tenemos a un lado.
Estos son los cambios más importantes, pero tal como hemos visto existen algunas pequeñas maneras o incluso trucos para compensarlos.
La semana que viene veremos los cambios que quedan como los referidos a los huesos y músculos o al sistema digestivo.
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