Como ya comenté en el artículo anterior, la diabetes es una enfermedad que hay que intentar por todos los medios mantener bajo control. Vimos la importancia que tiene para ello una alimentación adecuada y un ejercicio físico regular. Hoy voy a hablar de otro tema de suma importancia también: el CUIDADO DE LOS PIES.
Es sabido que algunas de las complicaciones a largo plazo de una diabetes mal controlada están relacionadas con la aparición de úlceras y las amputaciones.
Entender por qué pueden aparecer estas complicaciones es importante porque nos puede ayudar a prevenirlas en la medida de nuestras posibilidades. Tener mal controlada la diabetes, es decir, tener valores de azúcar en sangre elevados y durante un largo tiempo provoca que los vasos sanguíneos terminen dañándose, lo que se conoce con el nombre de vasculopatía. También puede generar que asimismo se dañen los nervios, que es un proceso denominado neuropatía.
La vasculopatía provoca que la sangre no llegue debidamente y de la misma manera a todos los vasos sanguíneos. Por su parte, la neuropatía genera que se pierda sensibilidad en los pies (por ese daño a los nervios). Ambos procesos pueden dar lugar a que nos hagamos heridas que no sintamos adecuadamente y que, con el tiempo, evolucionen agravándose. Por otra parte, las personas que padecen diabetes tienen más facilidad para que esa herida se les infecte y, como la sangre no llega bien, puede suceder que esa posible infección tarde mucho en curarse o incluso se complique su curación total.
Asímismo, puede suceder también que el daño que sufren los pies termine generando lo que se conoce como “pie de Charcot”, que es una enfermedad de los huesos, las articulaciones y los tejidos blandos que afecta tanto a los pies como a los tobillos.
Todas esas circunstancias son la causa de que las personas con diabetes padezcan más lesiones en los pies y que cueste más curarlas. De hecho, en los casos más graves, puede requerirse incluso la amputación del miembro afectado.
Para contrarrestar estas posibles complicaciones existen una serie de cuidados muy sencillos que pueden resultarnos de gran ayuda, tanto para revenirlas como para detectar precozmente cualquier posible herida en los pies.
La primera es NO ANDAR DESCALZO. Es importante además adquirir la costumbre de revisarnos los pies todos los días y ver si tenemos rojeces, heridas o callos. Para ello resulta útil usar un espejo o, desde luego, pedir a alguien que nos ayude.
Además, el aseo de los pies debe realizarse con agua tibia y jabón neutro. Es importante no dejarlos a remojo y, claro está, secarlos con cuidado.
Conviene también hidratar bien los pies con una crema adecuada para prevenir que aparezcan grietas, pero no se debe aplicar crema entre los dedos.
Hay que escoger un calzado cómodo que se ajuste bien a nuestro pie: no debe rozarnos pero tampoco debe ser demasiado grande. Debemos cortarnos las uñas en forma recta y usar calcetines que no aprieten y, si es posible, que no tengan costuras.
Cuando estrenemos zapatos, es importante no llevarlos puestos durante muchas horas seguidas, de manera que consigamos que se ajusten a nuestros pies de manera progresiva. No se deben hacer largas caminatas y si las hacemos conviene tomarnos el tiempo adecuado para inspeccionarnos los pies.
Tampoco hay que olvidar la importancia que tiene valorar periódicamente la sensibilidad de los pies con el fin de detectar si estamos perdiéndola. En caso de tener un callo, si se nos encarna una uña o tenemos una herida debemos acudir a un profesional. Es importante no fumar, ya que ello empeora la circulación de la sangre.
De manera que, tal como hemos visto hasta ahora, sabemos que hay tres elementos fundamentales en el cuidado de la diabetes: la ALIMENTACIÓN, el EJERCICIO FÍSICO y el CUIDADO DE LOS PIES. Todo ello debe ir acompañado, en caso de necesidad, de la medicación que nos haya prescrito el médico.
Y para completar el tema de la diabetes, la semana que viene veremos algunas recomendaciones sobre la toma o administración de medicación.
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