El dolor lumbar es la principal causa de incapacidad laboral y cada año, desde que se tienen datos (1995), su coste oscila entre el 1,7% y el 2,1% del PIB de un país europeo. El 80% de la población mundial padece al menos un episodio de molestia a lo largo de su vida y el 17%, un dolor tan fuerte que le impide llevar una vida normal. Para aliviar el sufrimiento, la solución principal a la que recurren los pacientes son los fármacos, un efecto transitorio pero efectivo.
Sin embargo, un estudio internacional publicado recientemente en la revista British Journal of Sports Medicine demuestra que el ejercicio físico reduce un 20% el dolor sin que se pierda el efecto con el tiempo. “Lo que más me sorprendió fue su magnitud. Es una cifra clínicamente significativa y ahora podemos personificar el tratamiento para cada paciente”, asegura el doctor Francisco Kovacs, único investigador español de este metaanálisis y presidente de la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda.
Se hace mucho énfasis sobre cómo hay que cuidar la espalda y mantenerla recta, pero se olvida que lo esencial es fortalecer antes de proteger
Un total de 35 científicos han recopilado 27 ensayos clínicos de todo el mundo que contaban con datos de 3.514 personas para analizar de manera individual cada caso y compararlos. El efecto del deporte sobre el dolor lumbar depende de tres factores. En primer lugar, una persona con menor masa corporal tiene un beneficio mayor sobre su dolor al ejercer su actividad física. Después, para un trabajador de labores pesadas, su progreso no puede ser continuo ya que su movimiento diario contrarresta con su tratamiento. Por otro lado, el paciente que toma un fármaco es capaz de hacer más esfuerzo y durante más tiempo por lo que el efecto de su ejercicio físico incrementa.
Pero Kovacs explica que esto no quiere decir que no haya que hacer deporte. “La gente tiene que dejar de encontrar excusas. Estemos como estemos, hagamos lo que hagamos, el ejercicio físico nos beneficia y este estudio lo demuestra”, asevera. El análisis no determina qué ejercicio específico se tiene que hacer para un resultado óptimo pero sí que, en general, mejora el grado de discapacidad del paciente en un 23%. “Cada persona es distinta y no podemos establecer un modelo válido para todos. Hay que adaptarse siempre al paciente en cuestión”, cuenta Kovacs.
El ejercicio físico mejora el grado de discapacidad del paciente en un 23%
El tiempo dedicado al programa físico es lo más relevante ya que es tan solo a partir de las seis semanas que se aprecia el efecto del tratamiento. Además, “hay que acabar con el mito de la edad”, insiste el investigador. El estudio demuestra que no influye para nada en los resultados y por lo tanto “es esencial tanto para un niño de 12 años como para un hombre de 70 hacer ejercicio a su justa medida”, explica el experto.
Algunos fármacos tienen el mismo efecto que el ejercicio, e incluso mayor, pero es transitorio mientras que el ejercicio es acumulativo. Asimismo, los efectos secundarios del deporte son positivos, si no se abusa de ello, pero los de los medicamentos pueden ser nefastos en función de la persona y la cantidad ingerida, según argumenta Kovacs.
Las lagunas del tratamiento actual
El abuso de opiáceos es uno de los defectos que el investigador español resalta y que causó una grave polémica en su día. El OxyContin se detectó como un peligro para la salud pública en Estados Unidos, causando 192 muertes al día por sobredosis, según alertó la Organización de Naciones Unidas en su último informe mundial de consumo de drogas de 2019 el pasado mes de junio.
Los fármacos son un coadyuvante, pero no son fundamentales. “Tienen sentido para reducir un dolor de manera puntual, pero la industria fomenta demasiado el uso compulsivo, lo de ‘me duele la espalda, me tomo una pastilla’. El ejercicio es mucho más resolutivo”, comenta Kovacs. El experto también piensa que hay una agresividad muy elevada en las operaciones. Según explica, operar cuando no está indicado o no es estrictamente necesario empeora la dolencia.
Se ha mejorado mucho. La gente tiene más información sobre el sedentarismo, pero siempre es necesario repetir que sus efectos son contra natura
Por otro lado, las medidas de prevención no son las adecuadas, según el científico. “Hace falta cambiar muchas cosas y lo sabemos desde hace mucho tiempo pero nadie hace nada”, comienza. La protección de la columna vertebral es lo primero que sale de la boca de los padres y el mensaje principal de los consejos clínicos. “Se hace mucho énfasis sobre cómo hay que cuidar la espalda y mantenerla recta, pero se olvida que lo esencial es fortalecer antes de proteger. Es decir, hacer ejercicio físico”, concluye.
Pilar Sainz de Baranda es amante del fútbol, licenciada en ciencia del deporte y lidera el grupo de investigación Aparato locomotor y deporte en la Universidad de Murcia. Para ella cualquier movimiento es bueno para el cuerpo siempre y cuando tenga calidad y sea controlado por un profesional. Es una fiel creyente de la higiene postular como método de prevención. «Se ha mejorado mucho. La gente tiene más información sobre el sedentarismo, pero siempre es necesario repetir que sus efectos son contra natura. Unir distintas herramientas, como la buena postura, el fármaco recetado por tu médico y la actividad física bien planificada, tiene realmente efecto», completa.
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