La conferencia mundial sobre la salud pulmonar concluyó el mes pasado en La Haya tras el anuncio de progresos en la lucha contra la tuberculosis. Éste es un resumen de los instrumentos con los que médicos y cooperantes humanitarios combaten la enfermedad infecciosa más mortífera del mundo, con 1,7 millones de decesos en 2017, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Algunas cepas de la tuberculosis -una infección pulmonar grave transmitida a través del aire que puede propagarse al cerebro- resisten a los antibióticos. Un equipo de médicos de Bielorrusia (uno de los países con el índice de tuberculosis multirresistente más elevado) administró durante meses a pacientes el nuevo tratamiento contra la tuberculosis resistente a los antibióticos, la bedaquilina, junto con otros antibióticos.
La tasa de éxito del estudio bielorruso (93%) se comprobó en otros ensayos clínicos con bedaquilina en Europa del este, África y el sureste de Asia. La bedaquilina “cambia completamente” la situación, según los expertos, sustituyendo meses de tratamientos dolorosos. Han habido avances, pero no tan contundentes. GlaxoSmithKline demostró en una prueba en tres países africanos que su vacuna tenía una eficacia sólo del 54%.
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