- Un mexicano consume en promedio de 163 litros de bebidas carbonatadas al año
- Las personas con diabetes o hipertensión deben privilegiar alimentos saludables
- Obesidad, estrechamente relacionada con diabetes e hipertensión
La dieta de millones de mexicanos generalmente es caracterizada por un alto consumo de grasas y azúcares, cuya ingesta puede ser factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades como diabetes o presión arterial alta, los dos principales detonantes de la Enfermedad Renal Crónica (ERC), alertó la nutrióloga Aidee Luna, quien detalló que ese padecimiento afecta al 12.2% de la población.
“La diabetes no tratada o mal controlada puede llevar a complicaciones serias, entre ellas la ERC, que es un problema de salud pública cada vez más relevante en nuestro país”, dijo. Agregó que, además, el elevado consumo de refrescos, con un promedio de 163 litros al año por persona, coloca a nuestro país en el primer lugar a nivel mundial, superando en un 40% a Estados Unidos.
La gerente de nutrición en Médica Santa Carmen –institución especializada en enfermedad renal–, expuso que dicho exceso de azúcar es un factor de riesgo directo para el desarrollo de enfermedades como la diabetes y la hipertensión, que a su vez agravan la salud renal. “Cada vez más pacientes presentan deterioro renal debido a una dieta alta en azúcares y sodio, lo cual podría prevenirse con una mejor orientación nutricional”.
Luna Torres recordó que la obesidad –estrechamente relacionada con la diabetes y la hipertensión—, agrava aún más la situación, porque la salud renal en México requiere un enfoque preventivo, similar al que se emplea en la lucha contra la obesidad.
“Es crucial que la salud renal se convierta en una prioridad de salud pública, al igual que lo es la reducción de la obesidad, ya que ambos problemas están íntimamente conectados y deben abordarse conjuntamente”, enfatizó.
Una nutrición adecuada no solo implica la adopción de buenos hábitos alimenticios, sino también la necesidad de una atención personalizada. Los pacientes con riesgo de enfermedad renal crónica o aquellos que ya padecen la enfermedad deben recibir asesoría específica adaptada a sus condiciones de salud particulares.
“La nutrición personalizada permite diseñar planes alimenticios que responden a las necesidades individuales, lo cual ayuda a frenar o incluso revertir el daño renal”, explicó Luna.
Y es que además de las recomendaciones dietéticas generales, la atención personalizada puede marcar una gran diferencia en el manejo de la enfermedad renal crónica porque incluye un control riguroso de la ingesta de sodio, azúcares y proteínas, ajustado a cada paciente.
“Es fundamental que las personas con diabetes o hipertensión no solo sigan una dieta saludable, sino que sea diseñada específicamente para su condición, optimizando así su impacto en la salud renal”, concluyó.
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