La verdad sobre la miel y otros remedios de tu abuela para la tos y el dolor de garganta

La miel se ha vendido durante décadas como un alimento muy beneficioso para tratar los resfriados, pero existen dudas sobre esta efectividad. Por - -

Seguro que has notado que es llegar finales de octubre, principios de noviembre y de repente todo el mundo carraspea, tose o se aclara la garganta. Quizá hasta tú mismo estés sufriendo estos efectos cuyo culpable puede ser la bajada de temperaturas, la gripe o un catarro. Este 2022, nos toca convivir con una enfermedad respiratoria más, la covid, que se junta a las ya residentes, planteando una temporada de gripe algo más compleja que las ya vividas, también por la retirada de las mascarillas.

A parte de herramientas de prevención, que sí funcionan, como las vacunas, ciertas medidas higiénicas y las mascarillas, a día de hoy, sobreviven algunos remedios caseros que han ido pasando de generación en generación. Infusiones, caldos, sopas calientes, leche con miel, limón, jengibre, todo tipo de mejunjes que han sido objeto de estudio, tratando de hallar evidencias de su efecto sobre los dolores de garganta, la tos o los síntomas catarrales habituales.

«Aunque no tengan una efectividad real sobre los síntomas catarrales, cabe destacar que estos remedios no suponen un riesgo para la salud, por lo que podría decirse que proporcionan un efecto placebo», destaca Lucía Fernández, enfermera en el Hospital Universitario Infanta Sofía de Madrid. La clave está en que las infusiones de hierbas o con limón, no protegen de los virus que provocan estas enfermedades respiratorias. Sin embargo, algunos de sus componentes si pueden ofrecer un complemento cuyo efecto no es superior al que tiene la alimentación sobre el sistema inmune, llegando a suponer un refuerzo extra que en algunos casos ha llegado a acortar el tiempo de duración del resfriado.

Vitamina C del limón

El limón contiene 53 miligramos de vitamina C por cada 100 gramos, aunque la eficacia de este nutriente sigue siendo objeto de debate a día de hoy. La primera persona que popularizó los beneficios de la vitamina C sobre el resfriado fue el ganador del premio Nobel Linus Pauling durante los años 70, lo que se tradujo en un aumento de las ventas de los alimentos ricos en este nutriente.

Desde entonces, la vitamina C ha sido objeto de estudio en multitud de ocasiones, tratando de revelar un vínculo real con el sistema inmune del cuerpo humano. El organismo no es capaz de almacenar altas dosis de vitamina C, como la que incluyen muchos suplementos alimenticios, por lo que probablemente, la gran mayoría de la que incluyan estos extras sea eliminada a través de la orina.

Existen algunos clínicos que han destacado la importancia en la que se toma este extra de vitamina C. En concreto, un metanálisis de 2013 sugiere que la suplementación regular con vitamina C puede llegar a acortar un día, de media, la duración de un resfriado. Siempre y cuando se empezara a tomar antes de que aparecieran los síntomas. Sin embargo, tomar vitamina C después de desarrollar síntomas no muestra beneficios consistentes.

Bayas de saúco

Las bayas de saúco son un ingrediente común en algunos jarabes para la tos y de hecho, existen evidencias de cómo este alimento ha logrado acortar la duración de los síntomas cuando se ha tomado previamente o incluso en el momento de aparición de los primeros síntomas, aunque según señala la sanitaria, harían falta más estudios para afianzar estos datos.

Su eficacia proviene de los antioxidantes que contiene este alimento, las antocianinas, que al igual que otros antioxidantes como los flavonoides, sí cuentan con evidencia sobre su refuerzo del sistema inmune.

Jengibre

En cuanto al dolor de garganta, que aparece como síntoma de un proceso catarral, que es provocado por la inflamación creada por la lucha del sistema inmunitario contra un virus alojado en las vías respiratorias superiores, también existen remedios caseros que prometen aliviarlo. Esta inflamación que en ocasiones dificulta la respiración, deshidrata la zona y puede provocar tos, puede recibir algo de alivio con la simple hidratación. Bebiendo infusiones, caldos, tés calientes o simplemente agua. De hecho, en concreto, en cuanto a las infusiones de jengibre, que se vincula al alivio de la garganta y de la tos, algunos estudios han hallado que podría tener propiedades antinflamatorias que ayudan a aliviar la hinchazón.

Agua salada con miel

«Es cierto que hacer gárgaras con agua salada tibia puede resultar útil, ya que ayudan a soltar el moco denso y pueden ayudar a eliminar alérgenos y algunas bacterias que irritan la garganta. Además, una infusión salina puede facilitar el fluido excesivo de los tejidos inflamados«, añade la enfermera. Una recomendación que también comparten otros médicos. Sin embargo, subraya que añadir miel a este mejunje es innecesario, ya que no es la miel la que tiene el efecto calmante, simplemente haría la mezcla más agradable por el dulzor.

«La fama de saludable de la miel se la damos por su obtención natural, pero la realidad es que está compuesta por los mismos azúcares que el resto que podemos consumir«, explica Gemma del Caño, farmacéutica y divulgadora especializada en seguridad alimentaria.

«Todos hemos oído en casa lo de tomar un vasito de leche con miel. Para la tos, debido a su textura y condiciones, actuaría como hidratante de mucosas, con lo que podría calmar los síntomas de la tos, pero no tiene efecto expectorante, como se suele oír. En ningún caso podemos asociarlo a curar ninguna enfermedad», afirma Del Caño. «No aumenta las defensas, con lo que tampoco es cierto que se pueda utilizar para prevenir. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dejó claro que no hay ninguna evidencia al respecto», añade la divulgadora.

La última revisión de estudios realizada por la revista The Cochrane database of systematic reviews, publicada en 2018, confirma que se cree que la miel puede aliviar la tos pero no existen pruebas sólidas que lo confirmen. «La miel probablemente alivie los síntomas de la tos en mayor medida que no dar tratamiento, que la difenhidramina y que el placebo, pero puede haber poca o ninguna diferencia comparada con el dextrometorfano. […] No hay pruebas contundentes a favor o en contra de usar la miel», se puede leer en las conclusiones del metaanálisis. La pregunta es: ¿tiene algún sentido utilizar un remedio como éste sabiendo la enorme cantidad de azúcar que aporta a nuestro organismo? La respuesta está clara: no. Ya que una cucharada de miel (30 gramos), que es en un 79% glucosa y fructosa, contiene unos 24 gramos de azúcar, el equivalente a seis terrones de azúcar.

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