Estudiando a hurones y utilizando los avances de la robótica y la gran experiencia de la Universidad de Michigan en el seguimiento de las enfermedades respiratorias en entornos comunitarios, un nuevo estudio pretende comprender mejor cómo los factores sociales y ambientales afectan a la transmisión de los virus respiratorios en las guarderías de niños.
“Cuando la gripe, el COVID-19 y otros virus respiratorios infectan a los niños pequeños, la vida de toda la familia puede verse afectada, desde los padres que faltan al trabajo hasta los niños que pierden oportunidades de contacto y desarrollo”, afirma Emily Martin, una de las investigadoras principales del proyecto y profesora asociada de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de la U-M.
“Esperamos que este proyecto permita encontrar nuevas formas de minimizar la propagación en las guarderías y disminuir el impacto de los virus en el día a día de las familias que viven en nuestra comunidad”.
Denominado MITIGATE FLU (Investigación Multidisciplinaria para Evadir la Influenza, por sus siglas en inglés), el proyecto está dirigido por Linsey Marr, profesora de ingeniería civil y del medio ambiente en Virginia Tech, y es financiado por una beca de US$8,8 millones otorgada por Flu Lab, una organización que apoya iniciativas audaces para vencer a la gripe.
El equipo de la U-M incluye investigadores de la Escuela de Salud Pública, Medicina de Michigan, Ingeniería de Michigan y el Departamento de Ecología y Biología Evolutiva. Investigadores de la Universidad de Emory y la Universidad de Pittsburgh también colaboran en esta investigación.
El estudio se divide en tres proyectos más pequeños pero que están relacionados entre sí, dijo Martin.
El primero, dirigido por Krista Wigginton, profesora asociada de ingeniería civil y medioambiental de la U-M, se enfocará en la detección de virus en entornos interiores a través de la programación de los robots Embodied Moxie para que interactúen con los niños cara a cara mientras recogen muestras de aire y superficie. Después, los robots se utilizarán en seis guarderías situadas en el sureste de Michigan.
Como miembro del proyecto dirigido por Wigginton, la viróloga medioambiental de la U-M Melissa Duhaime y su laboratorio llevarán a cabo el desarrollo de biomarcadores virales para mejorar las medidas directas del virus de la gripe en el medio ambiente.
“Lo que aprendamos será sólo una fracción de la ecuación necesaria para mejorar nuestro conocimiento del riesgo real de transmisión cuando se detecta el virus de la gripe en espacios cerrados”, dijo Duhaime, profesor adjunto de ecología y biología evolutiva.
El segundo proyecto, dirigido por Seema Lakdawala, profesora asociada de microbiología y genética molecular de la Universidad de Pittsburgh, y Anice Lowen, profesora asociada de microbiología e inmunología de la Universidad de Emory, usará hurones para evaluar la eficacia de los métodos de transmisión del virus en espacios similares a las guarderías en cuanto los espacios de juego y los juguetes. Michigan Engineering también desempeñará un papel en este proyecto, desarrollando la producción de aerosoles y recintos con control ambiental para probar la transmisión.
El tercer proyecto, codirigido por Martin y Andrew Hashikawa, profesor asociado de medicina de emergencia pediátrica de la U-M, estudiará los factores ambientales que afectan a los virus respiratorios en las guarderías del sureste de Michigan.
Los investigadores emplearán el extenso trabajo de la U-M en esta área, incluyendo el Programa de Vigilancia de Infecciones Relacionadas con el Cuidado Infantil de Michigan y el estudio de Evaluación de la Vacuna contra la Gripe en los Hogares de la Escuela de Salud Pública de la U-M. También participa en este proyecto Michael Hayashi, profesor asistente clínico de epidemiología en la Escuela de Salud Pública.
“Los niños pequeños son especialmente susceptibles a la gripe y corren un mayor riesgo de sufrir una complicación relacionada con ella”, dijo Hashikawa. “He visto a muchos bebés y niños pequeños requerir atención en el área de emergencias del Hospital Infantil C.S. Mott por la gripe. Algunos de los niños requieren internación adicional debido a complicaciones graves relacionadas con la gripe, como deshidratación grave o neumonía.”
Martin dijo que a lo largo de la pandemia de COVID-19 se han planteado muchas preguntas sobre cuáles son las mejores tecnologías ambientales para reducir la propagación de los virus, especialmente en las guarderías, donde los niños aún son muy pequeños para las vacunas y tienen dificultades para usar mascarillas.
“Esta es una oportunidad increíble para tomar lo que vemos que funciona en el laboratorio y utilizarlo inmediatamente para hacer más seguro el entorno de los salones de clase”, dijo. “Esta integración es posible gracias a la conexión de un equipo de científicos tan fascinantes y de campos tan diferentes”.
Herek Clack, profesor asociado de ingeniería civil y medioambiental de la U-M, coincidió.
“Este es un equipo excepcional y tenemos la experiencia necesaria para realizar esta investigación con entusiasmo”, dijo. “En cada una de estas intersecciones o fronteras entre disciplinas, hay oportunidades para cerrar ciertos abismos sobre nuestra comprensión de la gripe”.
Noah Fromson y Lanard Ingram, de la U-M, y Courtney Sakry, de Virginia Tech, contribuyeron a este reportaje.
Traducido al español por Luisa Sánchez, una estudiante de ciencias políticas y estudios latinas/os en la Universidad de Michigan.
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