Recientemente, el presidente de la Sociedad Española de Cardiología, Julián Pérez-Villacastín, defendió en una entrevista al medio ABC que «no hay nada mejor que una copa de vino con la comida», al tiempo que desmentía la «noticia falsa» de que el gobierno quería prohibir el vino y la cerveza (difundida, entre otros, por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso).
En cierto modo, dicha afirmación se hace eco de una creencia muy popular en España, y es que el vino tinto (y a veces se incluye la cerveza) sería beneficioso para la circulación. Sin embargo, muchos profesionales de la salud han mostrado su desacuerdo con esta aseveración, apoyándose en un gran volumen de investigación que apunta en sentido contrario (recopilada en un análisis sistemático publicado en el medio especializado The Lancet); y es que la mayoría de organismos científicos (como la Federación Mundial del Corazón o la Sociedad Europea de Cardiología) se ha ido alejando gradualmente de esta teoría.
«Hay que decir las cosas como son: el alcohol tiene riesgos»
«A todos nos han sorprendido mucho estas declaraciones porque no nos consta que sea la posición oficial de la Sociedad Española de Cardiología. De hecho, las guías de la Sociedad Europea de Cardiología en cuanto a prevención de riesgo cardiovascular dicen claramente que no se puede recomendar el consumo de alcohol con el objetivo de prevenir ningún tipo de enfermedad», señala a 20minutos Miguel Marcos Martín, médico internista en el Hospital Universitario de Salamanca, investigador en el Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL) y profesor titular en la Universidad de Salamanca (USAL).
Marcos se refiere, precisamente, a las guías que publica regularmente la Sociedad Europea de Cardiología (a la cual pertenece la Sociedad Española de Cardiología) destinadas a los profesionales de la salud con instrucciones para actuaciones sobre pacientes con el objetivo prevenir enfermedades cardíacas. De este modo, en la última publicada sobre enfermedades cardiovasculares, se señala que «los estudios de aleatorización mendeliana (es decir, aquellos destinados precisamente a evitar asociaciones erróneas entre factores) no apoyan los efectos aparentemente protectores contra la enfermedad cardiovascular del consumo moderado de alcohol frente a no consumirlo, sugiriendo que el menor riesgo de enfermedad cardiovascular se encuentra en abstemios y que cualquier cantidad de alcohol uniformemente aumenta la presión sanguínea y el índice de masa corporal. Estos datos desafían al concepto de que el consumo moderado de alcohol se asocie universalmente con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular».
«Yo creo que hay que ver las declaraciones en el contexto de lo que ha ocurrido, cuando se ha dicho que si se prohibía o no en los menús el vino y la cerveza, y que se ha producido una reacción que ha llegado a que incluso algunos políticos hagan declaraciones un poco fuera de la evidencia científica«, expone.
«No se puede recomendar el consumo de alcohol para prevenir ningún tipo de enfermedad»
«No se entiende bien que esto pase, porque tampoco no prohibir algo quiere decir que haya que recomendarlo. Deberíamos encontrar un punto medio en el que hay que decir claramente cómo es: en este momento, no hay evidencias de que haya ningún beneficio de consumir esta bebida y sí que hay efectos secundarios. Hay que informar de esto y luego que cada persona decida libremente».
«Los mensajes de prohibición se entienden mal»
Hay que destacar que, pese a la polémica que se ha suscitado en los últimos días en torno a la cuestión, en ningún momento se ha planteado desde el Ministerio de Sanidad (ni desde ninguna instancia gubernamental) prohibir el vino y la cerveza en los menús del día. El bulo, repetido por medios de comunicación y representantes políticos, tergiversaba la recomendación incluida en la Estrategia de Salud Cardiovascular (aprobada por el Consejo interterritorial del Sistema Nacional de Salud, no por «el Gobierno») de no incluir estas bebidas en los menús del día.
La palabra clave, aquí, es ‘recomendación’. Tanto que así lo ha destacado el propio Ministerio de Sanidad, que ha emitido un comunicado en el que aclara que se trata de «recomendaciones de hábitos saludables y no contempla prohibiciones de ningún tipo».
Y, precisamente, en esta línea se expresa Marcos: «Yo siempre hago la comparación (salvando situaciones como la conducción o el embarazo) con los pasteles, el tocino, el bacon… son alimentos que se siguen consumiendo, que nadie plantea que se tengan que prohibir pero que nadie consume por ser alimentos saludables».
«Tenemos que tender a ver el vino y las bebidas alcohólicas más en este sentido, como algo que si se toma puntualmente prácticamente no tiene efectos secundarios» (teniendo en cuenta, especifica, que según la evidencia científica disponible los riesgos del consumo de alcohol se incrementan con la dosis: «pequeñas cantidades, pequeño riesgo; grandes cantidades, gran riesgo»).
«Yo creo que los mensajes de prohibición o poniendo el énfasis en que no se debe consumir nada a veces se entienden mal, como que hay una persecución contra esta clase de bebidas«, apostilla.
«Cada uno decide si asume los riesgos»
Lo que sí que deja claro es que, de nuevo de acuerdo con la evidencia científica, cantidades de alcohol como una copa de vino al día sí suponen un riesgo para la salud: «Hay una gran cantidad de efectos secundarios que se incrementan con la dosis. Una copa de vino al día sostenida durante un tiempo tiene también una pequeña cantidad de efectos secundarios comprobados».
«Luego ya cada persona tiene que decidir si asume ese riesgo o si no lo asume. Eso ya es decisión de cada uno», prosigue el experto.
También, Marcos arroja luz sobre el supuesto efecto beneficioso que a veces se asocia al vino: «Por un lado, están los polifenoles, que pueden tener un cierto efecto beneficioso; pero, si uno quiere consumirlos, mejor que se tome solamente uvas o solamente mosto, y así se evitan los efectos negativos del alcohol».
«Y el posible efecto beneficioso del propio alcohol, cada vez chirría más porque sería específicamente sobre la cardiopatía isquémica y se sabe que es perjudicial a cualquier dosis para otras enfermedades con mucha carga de enfermedad como son las arritmias, la fibrilación auricular o la insuficiencia cardíaca».
«Incluso, en el caso de la propia cardiopatía isquémica, los estudios no diferencian bebidas: sería un beneficio de la propia molécula del alcohol, no está claramente demostrado y si se esclareciese habría que investigar la vía metabólica por la que se acepta para elaborar medicamentos», desarrolla. «Pero dado que no está demostrado y que el consumo de alcohol tiene un montón de efectos secundarios demostrados (cáncer, cirrosis de hígado, dependencia, accidentes de tráfico) no podemos recomendar el alcohol por los polifenoles como recomendaríamos un tomate. No podemos decir que no tiene riesgo, porque sería falso».
«Y si alguien intenta hacer un paralelismo con eso, suele haber un componente interesado de promoción de bebidas alcohólicas, porque todas las sociedades científicas no podemos recomendarlo igual que las verduras o las legumbres», concluye.
Artículos Relacionados: