Debido a las restricciones que se alargan en el tiempo, la situación de incertidumbre y los problemas económicos generados por la COVID-19, la población general está presentando síntomas depresivos, síntomas de trastorno por estrés postraumático, y síntomas de ansiedad, sin llegar a ser desarrollar, por ahora, a nivel general enfermedades de salud mental. Para que no se cronifiquen estos síntomas y que no se transformen en problemas de salud mental, la Dra. Paz García Portilla, catedrática en Psiquiatría por la Universidad de Oviedo y del Servicio de Salud del Principado de Asturias, ha lanzado las siguientes recomendaciones durante el XXIX Curso de Actualización en Psiquiatría. Este Congreso de Psiquiatría se trata de una de las citas más relevantes de la Psiquiatría de España.
En primer lugar, para que evitar que esos “síntomas de hartazgo y desesperanza se cronifiquen y terminen transformándose en un trastorno mental, deberíamos mantener rutinas y un estilo de vida saludable”. “Es lo que siempre decimos los médicos, pero en este caso es especial y más importante que nunca. El teletrabajo con más libertad de horarios, personas que están en un ERTE y otras situaciones han facilitado que exista una desestructuración de los horarios”, ha evidenciado.
“Es importante tener unas medidas buenas medidas de higiene de sueño, intentar hacer ejercicio -ya sea en casa, dando un paseo, haciendo pilates, yoga, relajación- y distraerse con las aficiones que nos gustan. También es muy importante reducir el consumo de alcohol y de drogas porque este ha aumentado como ayuda para sobre llevar la situación como una estrategia terapéutica generada por el propio individuo”.
Así mismo, la especialista ha aconsejado a aquellas personas a las que “les afecten las noticias sobre la COVID-19 y que verdaderamente noten que se ponen nerviosos se distancien del problema”. “Ya conocemos las medidas generales de protección frente a la infección, con seguirlas como se nos recomienda es suficiente, no hace falta aumentarlas por nuestra cuenta, y no es necesario estar al día a día mirando en los medios de comunicación cuántos han muerto de COVID hoy o cuantos van a morir mañana”, ha enfatizado.
Por otro lado, ha explicado se pueden llevar a cabo acciones preventivas en personas que ya tenían antes una tendencia de por sí a ser en cierto grado escrupulosas, muy cuidadosas con la limpieza o con cierto miedo a padecer enfermedades. “Son un perfil de personas un poco obsesivas, sin llegar a tener pensamientos ni rituales obsesivos francos. No es ningún trastorno mental, es una forma de ser. Pero estamos apreciando que, en ciertos casos, pueden llegar a obsesionarse demasiado”.
En este contexto, la Dra. García Portilla ha puesto como ejemplo “situaciones en las que este perfil de personas pueden llegar a obsesionarse cada vez que tocan un objeto y tienen que lavarse las manos dedicándole cada vez más tiempo, e incluso a veces con lejía o desinfectantes más potentes porque no se fían demasiado del gel hidroalcohólico. Situaciones también en las que el distanciamiento social por culpa del temor a ser contagiado/contagiar se transforma en un verdadero aislamiento social y en la presencia de una preocupación intensa por si se pudieron contagiar tras estar en contacto con personas pese a llevar mascarilla y seguir las recomendaciones de seguridad”.
Así, ha asegurado que “estas personas son candidatas a una intervención de prevención para intentar evitar el paso de esa persona a un servicio de salud mental. Para evitar que esa manera de ser les pueda acarrear mayores problemas y que pase a ser un trastorno obsesivo compulsivo que les puedan impedir llegar a tener una vida normalizada. También hay personas que han desarrollado esta forma de ser en la que están en constante alerta por la limpieza o con miedo a contagiarse.”.
“A todas estas personas les recomiendo estar muy vigilantes. Ellos mismos se van a dar cuenta porque van a notar que donde antes dedicaban cinco minutos a limpiarse las manos, por ejemplo, ahora le dedican mucho más tiempo, limitando un poquito más en su vida. Sus días pueden acabar fundamentalmente impregnados por una necesidad de controlar y acabar corroídos por la duda de si me voy a contagiar o no. Las medidas que se nos dan desde los sistemas de Prevención y Promoción de la Salud son las adecuadas y si se siguen se disminuyen los riesgos significativamente. No hay que lavarse las manos cada vez que se toca un objeto”, ha concluido.
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