Se trata de un factor de riesgo más a controlar, al igual que la hipertensión arterial y el colesterol elevado. Puede afectar nuestra salud si se instala en nuestra vida cotidiana.
El estrés es ese conjunto de reacciones del cuerpo frente a desafíos o demandas. Se trata de un proceso natural que responde a nuestra necesidad de adaptarnos al entorno.
Al contrario de lo que muchos creen, existe un tipo de estrés que es positivo y se produce en pequeños episodios, como por ejemplo cuando te ayuda a evitar determinado peligro o a cumplir con una fecha límite. Sin embargo, se vuelve perjudicial para la salud cuando es muy intenso o se incrementa a lo largo del tiempo.
Según un estudio publicado por «The American Journal of Cardiology», las personas con un alto nivel de estrés tienen un 27% más de riesgo de padecer una enfermedad cardíaca. Esto indica que el estrés es claramente un factor de riesgo más a controlar, al igual que la hipertensión arterial y el colesterol elevado. Por lo tanto, es sumamente importante prestarle atención ya que puede afectar nuestra salud si se instala en nuestra vida cotidiana.
«El estrés puede causar tipos de síntomas físicos y emocionales. En algunos casos, es posible que uno no se de cuenta de que esos síntomas son ocasionados por el estrés», explicó el doctor Alejandro Deviggiano, Coordinador del Departamento de Estudios Cardiovasculares no Invasivos de Diagnóstico Maipú.
– Algunos de los signos más frecuentes
– Emociones: depresión o ansiedad, irritabilidad, miedo.
– Pensamientos: excesivo temor al fracaso, excesiva autocrítica, olvidos, dificultad para concentrarse.
– Conductas: trato brusco hacia los demás, incremento del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas.
– Cambios físicos: tensión muscular, manos frías o sudorosas, insomnio, dolores de cabeza, indigestión.
– Tipos de estrés dañinos para tu corazón
Es importante tener en cuenta que el estrés constante puede tensionar tu corazón de varias maneras; incrementando los valores de colesterol y los triglicéridos en la sangre y aumentando la presión arterial. Además, el estrés extremo puede hacer que tu corazón palpite fuera de ritmo.
Conocer los distintos tipos de estrés es necesario para saber cuándo hay que actuar para remediarlo.
– El estrés agudo: se trata de la forma de estrés más común. Surge de las exigencias que nos imponemos nosotros mismos o los demás. Ocurre en períodos cortos debido por lo general a una causa pasajera, como un viaje, un examen o un cambio de trabajo. En pequeñas dosis puede ser positivo pero en dosis más elevadas puede afectar nuestra salud provocando dolores musculares, problemas estomacales e intestinales, sobreexcitación pasajera, dolores de cabeza y agotamiento.
– El estrés crónico: es el tipo de estrés más agotador y desgastante. Tiene lugar cuando uno no encuentra salida a un problema o situación que lo deprime. Es producto, por ejemplo, de un trabajo o carrera no deseada, problemas de dinero o un matrimonio infeliz. A diferencia del estrés agudo, éste se presenta una y otra vez de forma repetida a lo largo del tiempo. Produce desgaste físico y psicológico, que puede desencadenar en depresión, crisis nerviosa e incluso un ataque cardíaco.
– El estrés afecta más a la mujer
«Hombres y mujeres son vulnerables a sufrir estrés, aunque ambos lo experimentan de distintos modos. Estudios médicos confirmaron que el estrés no nos afecta a todos de la misma manera. Las mujeres son más propensas que los hombres a mostrar síntomas de dificultad cardíaca luego de situaciones estresantes y sobresaltos emocionales», precisó Deviggiano.
Y agregó que «romper con la pareja, perder un familiar o una fuerte discusión puede desencadenar en lo que se conoce como el ‘Síndrome del Corazón Roto’, donde las principales afectadas suelen ser las mujeres post-menopáusicas, de entre 55 y 75 años».
– Técnicas para manejar el estrés
Hacerle frente al estrés nos permitirá llevar una mejor calidad de vida. Además de comer sano, dormir bien y hacer ejercicio, es recomendable considerar las siguientes técnicas:
– Reconocé y aceptá las cosas que no se pueden cambiar, dejalas ir. Por ejemplo, no se puede cambiar el hecho de tener que manejar durante la hora pico, pero podés buscar maneras de relajarte en el trayecto, como escuchar tu música preferida o un audiolibro.
– Cambiá la perspectiva. Intentá desarrollar una actitud más positiva frente a los desafíos. Siempre se puede ver el «vaso medio lleno».
– Aprendé maneras de relajarte. Ayuda a disminuir el ritmo cardíaco y reducir la presión sanguínea. Existen muchas maneras, desde respiraciones profundas y meditación hasta yoga.
– Conectate con tus seres queridos. No dejes que el estrés se interponga en tu vida social. Pasar tiempo con familiares y amigos puede ayudar a que te sientas mejor. Confiar tus problemas con un amigo también puede ayudar a resolverlos.
– Aprendé a decir que no. Si tu estrés se origina por realizar demasiadas tareas en casa o en el trabajo, establecer límites es fundamental para equilibrarse.
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