Investigadores de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, han descrito cómo los sistemas nerviosos y el sistema inmunológico hablan entre sí para controlar el metabolismo y la inflamación. Su descubrimiento, publicado en ‘Nature’, ayuda a los científicos a comprender por qué los adultos mayores no queman la grasa del vientre almacenada, lo que eleva el riesgo de enfermedades crónicas y apunta a posibles enfoques terapéuticos para atacar el problema, según los autores.
Los adultos mayores, independientemente del peso corporal, suelen tener un aumento la grasa del vientre. Sin embargo, cuando necesitan gastar energía, las personas mayores no queman la energía almacenada en las células grasas tan eficientemente como los adultos más jóvenes, lo que lleva a la dañina acumulación de grasa del vientre, pero la causa subyacente de esta falta de respuesta en las células grasas se desconoce.
En su trabajo, el director de la investigación, Vishwa Dixit, profesor de Medicina Comparativa e Inmunobiología en la Universidad de Yale, y sus colaboradores del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee, Estados Unidos, y la Universidad de Bonn, Alemania, se centraron en células inmunitarias especializadas conocidas como macrófagos, que suelen estar involucradas en el control de infecciones.
El laboratorio de Dixit descubrió un nuevo tipo de macrófago que reside en los nervios de la grasa del vientre. Estos macrófagos asociados a los nervios se inflaman con la edad y no permiten que los neurotransmisores, que son mensajeros químicos, funcionen correctamente.
Los científicos también aislaron células inmunes del tejido graso de ratones jóvenes y viejos, y luego secuenciaron el genoma para entender el problema.
«Descubrimos que los macrófagos envejecidos pueden descomponer los neurotransmisores llamados catecolaminas y, por lo tanto, no permiten que las células de grasa suministren combustible cuando surge la demanda», explica Dixit, que también es miembro del Centro de Investigación sobre Envejecimiento de Yale.
LA ‘CHARLA’ DE LAS CÉLULAS INMUNES Y EL SISTEMA NERVIOSO
Los investigadores encontraron que cuando disminuyeron un receptor específico que controla la inflamación, el inflamasoma NLRP3, en los macrófagos envejecidos, las catecolaminas podrían actuar para inducir la descomposición de la grasa, similar a como sucede en los ratones jóvenes.
«El hallazgo clave es que las células inmunes hablan con el sistema nervioso para controlar el metabolismo», dice Dixit.
En otros experimentos, los investigadores bloquearon una enzima que se incrementa en macrófagos envejecidos, restaurando el metabolismo normal de grasas en ratones más viejos. Dixit observó que esta enzima, la monoamino oxidasa-A o MAOA, es inhibida por los fármacos existentes para el tratamiento de la depresión.
«Teóricamente, uno podría reutilizar estos fármacos inhibidores de MAOA para mejorar el metabolismo en individuos de edad», dice. Pero también advirtió que se necesita más investigación para dirigir específicamente estos fármacos a la grasa del vientre y para probar la seguridad de este enfoque.
En futuras investigaciones, Dixit y sus colegas examinarán más a fondo las células inmunes y su interacción con los nervios, y cómo este diálogo neuro-inmune controla la salud y la enfermedad. Si el control de la inflamación en el envejecimiento de las células inmunes puede mejorar el metabolismo, puede tener otros efectos positivos sobre el sistema nervioso o sobre el proceso de envejecimiento en sí, dicen los investigadores.
«El propósito de nuestra investigación es entender mejor las interacciones de las células inmunes con los nervios y las células de grasa para reducir potencialmente la grasa del vientre, mejorar el metabolismo y mejorar el rendimiento en los ancianos», apunta Christina D. Camell, primera autora del estudio.
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