Los bebés concebidos con tratamientos de fertilidad tienen tres veces más de riesgo de desarrollar cáncer pediátrico y crecimientos anormales (neoplasmas), según un estudio dirigido por investigadores de la Universidad Ben-Gurion en el Néguev (BGU).
El estudio, publicado en el número de marzo de American Journal of Obstetrics & Gynecology, es un análisis de cohortes de niños nacidos entre 1991 y 2013 en el Centro Médico Universitario Soroka en Beersheva, al sur de Israel. A los niños analizados se les hizo seguimiento hasta alcanzar los 18 años de edad.
Se estudiaron 200.000 niños.
El profesor Eyal Sheiner –vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la BGU y médico en el Soroka– dijo que Israel es el lugar adecuado para hacer este estudio, pues la fecundación in vitro está cubierta por el sistema público de salud. En la base de datos usada hay una gran variedad de grupos socioeconómicos.
“En Israel, todas las intervenciones para el control de la fertilidad, que incluyen la fecundación in vitro y tratamientos de inducción a la ovulación, están completamente cubiertos por el seguro médico, lo que permite que ciudadanos de todos los estratos tenga acceso a ellos”, dijo Sheiner, director del estudio.
El país tiene buena reputación como líder mundial en tratamientos de fecundación in vitro. En 2012, un informe del Ministerio de Salud mostró que un 25% de esos tratamientos resultaban un embarazo. Un 20% de intentos terminan en nacimiento.
Muchos científicos han cuestionado los efectos a largo plazo en la salud de los niños concebidos por ese tipo de fecundación. El estudio se propuso encontrar respuestas, y de hecho descubrió un mayor riesgo en comparación con los niños concebidos espontáneamente.
Según la Sociedad Americana del Cáncer, los neoplasmas pediátricos más comunes son la leucemia, los tumores cerebrales y de la médula espinal, neuroblastomas, tumores de Wilms y linfomas, tanto los de Hodgkin como los que no lo son.
La importancia del seguimiento de la salud
De los 242.187 recién nacidos que se estudiaron, 237.863 (98,3%) fueron concebidos espontáneamente; 2.603 (1,1%), por fecundación in vitro; y 1.721 (0,7%), por inducción a la ovulación.
Los investigadores descubrieron que durante el periodo de seguimiento, que fue de una media de 10,6 años, se diagnosticaron 1.498 neoplasmas (0,6%).
La tasa de incidencia de los neoplasmas fue más alto entre los niños concebidos in vitro (1,5/1.000) e inducción a la ovulación (1,0/1.000), en comparación con los concebidos naturalmente (0, 59/1.000).
Otros investigadores que formaron parte del estudio fueron las profesoras Tamar Weinstock e Ilana Shoham-Vardi, y Ruslan Sergienko, del Departamento de Salud Pública de la BGU; la doctora Daniella Landau, del Departamento de Pediatría de la BGU; los doctores Ari Harlev y Asnat Walfisch, del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la BGU; y el doctor Idit Segal, del Ministerio de Salud de Israel.
Sheiner dijo que los datos analizados no incluyen las razones de la infertilidad y que los investigadores no tuvieron en cuenta los aspectos del medio ambiente.
Pero explica que la asociación entre la fecundación in vitro y el total de neoplasmas pediátricos y la relación entre un tratamiento de fertilidad y los tumores malignos sigue siendo digna de destacarse.
“La investigación concluye que la asociación entre la fecundación in vitro y el conjunto de neoplasmas pediátricos y tumores malignos es significante”, agregó Sheiner. “Con el aumento de nacimientos después de tratamientos de fertilidad, es importante hacer un seguimiento de su salud”.
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