El estudio del Instituto Weizmann encuentra que la molécula predominante en el tejido cardíaco embrionario promueve una rápida cicatrización en ratones adultos, así como en células humanas
Científicos israelíes han aislado una molécula que promueve la regeneración de las células del corazón, según los resultados de un nuevo estudio publicado en la revista Nature, un descubrimiento que podría ofrecer esperanza a millones de personas que sufren de enfermedades cardiovasculares en todo el mundo.
El estudio, dirigido por el Instituto Weizmann de Ciencias de Rehovot, en cooperación con varias otras escuelas en Israel y Estados Unidos, examinó el efecto de una proteína embrionaria en la regeneración del corazón adulto.
Mientras que la regeneración del corazón en mamíferos se ha observado durante la etapa prenatal, es virtualmente imposible para el órgano de bombeo de sangre curarse después del nacimiento. Cualquier daño en el corazón a partir de ese momento, a través de ataques al corazón u otras enfermedades, está ahí para quedarse.
Peor aún, las células musculares sanas del corazón, o cardiomiocitos, son reemplazadas por tejido cicatricial que impone una carga adicional sobre las células sanas restantes.
Por lo tanto, cualquier daño al corazón sólo aumenta el riesgo de una mayor degeneración y un eventual fracaso.
Los investigadores estudiaron una proteína llamada Agrin, común en los corazones fetales, que desaparece rápidamente después del nacimiento. Ahora creen que el Agrin, que reside en el espacio entre las células cardíacas prenatales, controla el proceso de regeneración de los cardiomiocitos.
Los científicos extrajeron Agrin de los corazones de ratones recién nacidos, que retienen la proteína durante aproximadamente una semana después del nacimiento, y la probaron en diversos ambientes, con resultados altamente alentadores.
Cuando se probó en cultivos de laboratorio, se observó que el Agrin promovía el crecimiento de cardiomiocitos en el tejido de corazones adultos – tanto en ratones como en humanos.
Y cuando se inyectó en los corazones dañados de ratones vivos, el Agrin pareció curarlos y restaurar su ritmo normal de trabajo en cuestión de semanas, reduciendo en gran medida el tejido cicatricial y reemplándolo con nuevas células musculares saludables.
“Es evidente que esta molécula arranca el movimiento de una cadena de eventos”, dijo el profesor Eldad Tzahor del Instituto Weizmann.
“Descubrimos que se adhiere a un receptor previamente no estudiado en las células del músculo cardíaco, y este enlace lleva a las células de nuevo a un estado ligeramente menos maduro – más cercano al del embrión – y libera señales que pueden, entre otras cosas, iniciar la división de células”, agregó.
El equipo ha comenzado estudios preclínicos en animales más grandes en Alemania, en cooperación con la Universidad Técnica de Munich.
La Organización Mundial de la Salud dice que la enfermedad cardíaca es la principal causa de muerte a nivel mundial. En 2015 se estima que 17.7 millones de personas murieron de enfermedades cardiovasculares – el 31% del total de muertes en todo el mundo.
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