La proeza médica se logró en las Clínicas de la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, hace poco más de un año. Se trata del primer nacimiento de un bebé vivo de un útero trasplantado a partir de una donante fallecida.
Y aunque esta práctica abre la puerta intensos debates morales, lo cierto es que el hecho marca un antes y un después en las posibilidades que la ciencia puede ofrecer a las mujeres con problemas de fertilidad uterina.
«Es un paso muy importante. Realmente, es un hito para la medicina humana y reproductiva porque es la primera vez. Hasta ahora solo si la mujer tenía una amiga cercana o una familiar que pudiera donar el útero, podía recibir un trasplante. Luego, cuando tiene la viabilidad de esta nueva técnica, puede tener casi un acceso universal a este tipo de enfoque porque no tiene que conocer al donante», indicó Dani Ejzenberg, líder del equipo de trasplantes.
Según informa la revista médica Lancet, que publicó la investigación, la receptora del trasplante fue una paciente de 32 años que había nacido con ausencia de útero. En septiembre de 2016 se sometió a una operación de más de 10 horas en la que recibió en su cuerpo el órgano de una mujer de 45 años que había fallecido por un derrame cerebral.
El útero donado se conectó a sus venas, arterias, ligamentos y canales vaginales. Tras siete meses de intenso tratamiento con fármacos inmunosupresores para evitar el rechazo y desarrollarse la menstruación en su organismo, le introdujeron óvulos fecundados que dieron lugar a un embarazado común.
«Estaba un poco asustada, pero creía que iba a tener éxito y confió en nuestro equipo. Se sintió mucho más feliz cuando el proceso continuó después de la cirugía y principalmente después de quedar embarazada. Se sintió muy feliz», relató el doctor Ejzenberg.
El bebé fue una niña sana que nació por cesárea el 15 de diciembre de 2017 a las 35 semanas y tres días de gestación y pesó poco más de los dos quilos y medio. Tras el parto, el útero se extrajo sin encontrarse ninguna anomalía, y tres días después la madre y la pequeña recibieron el alta médica.
Con anterioridad se habían realizado otros 10 trasplantes de útero de donantes fallecidos en Estados Unidos, la República Checa y Turquía, pero este es el primero en el que el paciente logra dar a luz a un bebé vivo.
Por el momento se han realizado 39 procedimientos de este tipo, aunque con donantes vivos, que han culminado en el nacimiento de 11 bebés sanos. La técnica, sin embargo, plantea serios dilemas morales. Por un lado están quienes defienden que la complejidad de las operaciones de trasplante, que exponen a altos riesgos a la madre y al embrión, no compensan el objetivo de concebir un bebé, especialmente cuando existen alternativas como la adopción. El debate se intensifica respecto a los costos de la operación y a cerca de si las instituciones públicas deben costear este tipo de intervenciones, cuyos costos rondan los 73.000 dólares por transplante.
Sin embargo, muchos otros profesionales defienden que las mujeres, especialmente las que nacen sin útero, deberían poder experimentar la maternidad y que este tipo de prácticas les asegure este derecho.
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