El campo de estudio de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, más conocida como EPOC, avanza notablemente, tanto en su diagnóstico como en el tratamiento. Sin embargo, en el mundo se calcula que hay unas 350 millones de personas que la padecen, al tiempo que causa alrededor de 3 millones de muertes anuales.
Un aspecto menos conocido del EPOC es su asociación con la ansiedad y, muy estrechamente vinculado a esto, con la depresión. “En Argentina hicimos un estudio hace unos años y observamos que el riesgo de tener esta condición psicológica aumenta de un 10% en la población general a un 40% en pacientes con EPOC”, explicó el médico neumonólogo y profesor regular adjunto de la Facultad de Medicina de la UBA Eduardo Giugno (MN 46 436) a CONBIENESTAR.
¿Por qué sucede esto? “En principio, tenemos que pensar que las personas con EPOC suelen ser mayores de 60 años y algunos de ellos pueden tener limitaciones en su cotidianeidad –como un requerimiento de oxígeno, por ejemplo–. En este sentido, la ansiedad y la depresión es mayor cuanto más grave es la enfermedad”, señaló el médico. “Otro factor que contribuye es que hay pacientes que no tienen muy en claro qué les pasa, entonces se sienten peor de lo que están”, consideró Giugno.
El especialista subrayó la importancia de evaluar psicológicamente a los pacientes para registrar si presentan depresión y ansiedad y, así, poder tratarlos adecuadamente, de forma interdisciplinaria. “Muchas veces, los médicos hacemos hincapié en que el paciente tiene presión alta, es diabético o no puede respirar pero no le damos tanta importancia a la parte psicológica, algo que en realidad es un déficit porque la persona es ambas cosas”, reflexionó.
“Cuando combinamos las especialidades para un diagnóstico completo de forma sistemática, nos damos cuenta que es un gran porcentaje de pacientes el que padece depresión”, advirtió. “Los pacientes tienen mucho miedo, por ejemplo, a salir a la calle o a tener relaciones sexuales por temor a quedarse sin aire, entonces tienden a quedarse sentados. Lo que tenemos que hacer es ayudarlos para que esto no suceda”, alentó Giugno.
En consonancia con esto, el neumonólogo afirmó que “en la medida en que los pacientes están mejor de ánimo, salen, trabajan, hacen ejercicio y rompen este círculo vicioso del aislamiento –dentro de sus posibilidades y de las limitaciones de la edad, claro–. Así evitamos que crean que su vida se terminó a causa de la EPOC”. “Con los avances médicos que tenemos, lo cierto es que el paciente puede tener una vida mucho mejor de la que se imagina y de la que tenían las personas hace diez años”, concluyó.
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