La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria caracterizado por la restricción extrema de la ingesta de alimentos, una intensa preocupación por el peso corporal y una imagen corporal distorsionada. Los datos antropométricos, que incluyen medidas como el índice de masa corporal (IMC), el peso y otros parámetros físicos, son fundamentales para evaluar la gravedad del trastorno y su impacto en la salud física.
La anorexia atípica se refiere a aquellos casos que no cumplen con todos los criterios diagnósticos de la anorexia nerviosa pero que presentan características similares. Los estudios han demostrado que las personas con anorexia nerviosa suelen presentar un IMC significativamente bajo. En contraste, los individuos con anorexia atípica pueden tener un IMC dentro del rango normal o ligeramente bajo, lo que puede dificultar su diagnóstico y tratamiento adecuado.
La anorexia nerviosa es la enfermedad mental que más complicaciones presenta, las cuales, en el caso de la anorexia atípica no necesariamente están reflejadas en el peso. La anorexia atípica la vemos con frecuencia en pacientes que tienen antecedentes de obesidad y sobrepeso.
Las complicaciones médicas pueden ocurrir en cualquier peso debido a la malnutrición, la cual es común en estos pacientes, resultando en deficiencias de vitaminas y minerales esenciales.
Ambos trastornos presentan alteraciones bioquímicas significativas que pueden afectar tanto el metabolismo como la función hormonal y neurotransmisora. Las personas que sufren de anorexia nerviosa cuyo peso se encuentra en un rango normal enfrentan complicaciones cardiovasculares y de salud en general muy similares a aquellas que presentan un bajo peso.
En mujeres con anorexia nerviosa, la amenorrea (ausencia del ciclo menstrual) es común debido a la pérdida significativa de grasa corporal. Los pacientes atípicos son igual de propensos a presentar amenorrea debido a la supresión hormonal, lo que a largo plazo afecta la fertilidad y la densidad mineral ósea, dando como resultado enfermedades como osteopenia y osteoporosis.
Además, se ha encontrado que los pacientes con anorexia atípica son igual de propensos a presentar deshidratación y alteraciones en el equilibrio electrolítico. La deshidratación puede llevar a síntomas como mareos, debilidad muscular, fatiga y confusión mental. La anorexia atípica puede provocar alteraciones significativas en los niveles de electrolitos esenciales como sodio, potasio, calcio y magnesio. Estas alteraciones pueden dar lugar a complicaciones serias como arritmias cardíacas, debilidad muscular y calambres.
A pesar de que las personas con anorexia atípica presentan peso normal, sobrepeso e incluso obesidad, las conductas compensatorias son observadas en ambos tipos de trastornos. Estas pueden incluir: vómitos auto inducidos, uso excesivo de laxantes, ayuno prolongado y restricción alimentaria severa. Esos patrones pueden llevar a lesiones físicas y a un deterioro general del estado físico.
Las diferencias psicológicas entre Anorexia Nerviosa y Anorexia atípica pueden influir también en las respuestas bioquímicas observadas. Los pacientes con anorexia nerviosa atípica pueden llevar una carga psicológica más pesada que los que tienen bajo peso debido a que, por más que exista una restricción de los alimentos, no alcanzan a tener un peso bajo, dando como resultado una mayor insatisfacción corporal. Además, las deficiencias nutricionales también pueden contribuir a problemas psicológicos como depresión, ansiedad e irritabilidad, exacerbando los síntomas del trastorno alimentario.
Los trastornos de la conducta alimentaria no son trastornos del peso, sino trastornos mentales que pueden afectar a cualquier persona, sin importar cómo lucen físicamente.
Es tal el estigma en nuestra sociedad, que, si el paciente no se encuentra en un infra peso, no existe la enfermedad.
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