El 20 de septiembre, se celebra el Día Internacional de la Disfonía Espasmódica, una efeméride impulsada por la Asociación Española de Disfonía Espasmódica (AESDE) para informar y concienciar a la población sobre este trastorno de la voz causado por la interrupción o disrupción del control motor laríngeo, lo que origina movimientos involuntarios de la musculatura laríngea durante la fonación.
Como explica AESDE, “la disfonía espasmódica es una enfermedad que provoca una contracción involuntaria del músculo de las cuerdas vocales que hace que quien la sufre hable de forma entrecortada. En España habrá unas 5.000 personas que la padecen. Parece que incide un poco más en las mujeres a partir de los 45-50 años, pero en realidad es una enfermedad que afecta también a hombres y jóvenes”.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico precoz de la disfonía espasmódica resulta fundamental para que, con un tratamiento adecuado, la enfermedad sea menos invalidante en la capacidad comunicativa y las relaciones sociales y laborales de los afectados.
En este contexto, como informa el doctor Ignacio Cobeta Marco, jefe de Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, “la enfermedad que podría diagnosticarse por teléfono, simplemente oyendo hablar al paciente, pues lo hace de una forma muy característica y reconocible para quien la conoce: espasmos al hablar en la laringe de forma irregular que a veces hace a la voz ininteligible”.
Por su parte, el tratamiento paliativo más eficaz es la infiltración en las cuerdas vocales de la toxina botulínica. Un tratamiento que, como recuerda AESDE, “si bien no cura totalmente la enfermedad, ofrece al paciente una sensible mejoría que le dura entre cuatro a seis meses, periodo tras el cual tiene que volver a infiltrase. A algunos pacientes, sin embargo, esta mejoría les dura hasta un año”.
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