Seguro que todo el mundo ha recurrido alguna vez al bicarbonato de sodio diluido en agua, gracias a su papel como antiácido natural. Y es que se trata de una herramienta de lo más eficaz contra los ácidos estomacales y su correspondiente reflujo ácido, también conocido como ardor de estómago. De hecho, son muchas las personas que recurren a este mejunje todos los días, especialmente después de cada comida. Una costumbre que, tal y como han demostrado numerosos estudios, fomenta el correcto funcionamiento del organismo, además de regular el pH natural de la sangre. Eso sí, su consumo debe ser moderado y en pequeñas dosis.
Pero ¿qué es realmente el bicarbonato sódico? Este compuesto soluble en agua, también llamado hidrogenocarbonato de sodio, bicarbonato de soda o sal de vichy, es una especie de polvo blanco cristalino que se obtiene del mineral natrón, presente principalmente en la naturaleza. Bajo esta premisa, ¿qué beneficios nos aporta dicha sustancia?
Ventajas del bicarbonato sódico en la dieta
Aunque su función como antiácido sea lo primero que surge en nuestra mente al pensar en el bicarbonato sódico, lo cierto es que también es uno de los ingredientes más utilizados en la cocina. Sin ir más lejos, debido a su capacidad para liberar dióxido de carbono, se emplea como aditivo leudante -es decir, como levadura- en productos de panadería y repostería, combinado siempre con otros compuestos acídicos. De esta forma, los dulces que tanto nos gustan presentan una masa con volumen, sabor y esponjosidad. No obstante, también comparte algunos beneficios con nuestro organismo, ¿cuáles son?
- Siguiendo con la mezcla de agua y bicarbonato, ambas sustancias unen también sus fuerzas para tratar el dolor y la inflamación de garganta, reducir la acidez en la orina en casos de infección urinaria, regular el pH de la sangre, muy útil si se padecen enfermedades como la gota o la artritis; y controlar los niveles de colesterol en sangre.
- Sus propiedades antisépticas también pueden ayudar a aliviar las úlceras bucales a través de enjuagues o gárgaras con dicha composición.
- Unido a la pasta de dientes puede convertirse en un poderoso blanqueador, además de un gran aliado contra el mal aliento, la acumulación de placa dental, las manchas amarillentas o los problemas de encías.
- Desde el punto de vista dermatológico, el bicarbonato sódico también puede ayudar a curar las quemaduras -al menos a calmar el dolor- y las picaduras de los insectos, mejorar los eczemas o facilitar la eliminación de los hongos de la piel. En estos casos, se debe recurrir al bicarbonato por vía tópica.
Las personas con hipertensión, problemas renales o cardiacos deben eludir el consumo de bicarbonato
Cómo habéis podido comprobar, nuestra salud se ve recompensada de múltiples formas con el consumo de bicarbonato de sodio. Sin embargo, nuestras elaboraciones culinarias también pueden cambiar drásticamente si lo incluimos en la receta. Por ejemplo, además de actuar como levadura en la repostería, el bicarbonato sódico sirve para reducir el sabor ácido de ciertos alimentos, consigue que la carne esté mucho más tierna, ablanda antes las legumbres mientras están en remojo, aporta a los purés una suavidad adicional y hace que las tortillas luzcan más esponjosas, entre otras cualidades.
No obstante, tal y como hemos visto anteriormente, en la mayoría de ocasiones debe ir mezclado con agua para controlar su impacto en el organismo. Esta preparación requiere únicamente 5 gramos de bicarbonato de sodio -o lo que es lo mismo, una cucharadita- y un vaso de 200 mililitros de agua tibia. Antes de su consumo debe estar totalmente disuelto y, por normal general, se suele tomar después de las comidas demasiado copiosas o al más mínimo signo de indigestión. Aunque cada caso requiere unas pautas determinadas. Sin embargo, estas no son las únicas precauciones que debemos tener en cuenta.
Contraindicaciones del bicarbonato sódico
Como ocurre con cualquier otra sustancia o alimento, a veces los beneficios van acompañados de una serie de efectos secundarios que pueden poner en riesgo la salud de algunas personas. En este caso, su uso no suele estar recomendado para los que sufren hipertensión, problemas renales o cardiacos, mujeres embarazadas o en proceso de lactancia, niños menores de 13 años y, por supuesto, los alérgicos al bicarbonato de sodio o que tengan tendencia al apendicitis, la obstrucción intestinal o la formación de edemas.
Además, antes de su consumo se deben seguir algunas pautas como, por ejemplo, no tomarlo más de dos veces al día ni durante más de una semana, esperar una hora después de las comidas o no mezclarlo con productos lácteos. Eso sí, para confirmar estos efectos y prevenciones, lo mejor es consultar con un profesional de la salud.
En cuanto a sus efectos secundarios, el bicarbonato sódico puede provocar flatulencias, dolor de estómago, vómitos, falta de apetito, cefaleas, sensación de sed o retortijones. En casos más peliagudos y de urgencia, también pueden aparecer episodios de irritabilidad, respiración más lenta de lo habitual, inflamación de los pies o las piernas, sangre en la orina o heces negras y alquitranadas, según expone la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos a través de MedlinePlus, su portal oficial. Sin olvidar la mala interacción con algunos medicamentos, como los destinados a la anemia, los antifúngicos, algunos antibióticos, las sales de litio o los preparados con calcio, entre otros.
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