Debemos prepararnos desde etapas muy tempranas de la vida para modelar nuestro envejecimiento, y eso comienza no cuando cumplimos 60 años, sino desde jóvenes, incluso desde la niñez; mientras más temprano iniciemos es mejor, advirtió Verónica Montes de Oca Zavala, coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV) de la UNAM.
“El envejecimiento progresivo de la región de América Latina y el Caribe –es decir, la estructura por edad de nuestras poblaciones– está cambiando y cada vez hay una mayor presencia de este fenómeno derivado de dos razones: una, que afortunadamente hemos ido venciendo, corresponde a las causas de la mortalidad, y dos, que cada vez más mujeres tienen menos hijos”, explicó.
Al intervenir en el 1er. Seminario de bienestar económico, pensiones y retiro saludable, convocado por la Secretaría de Desarrollo Institucional de la UNAM, el SUIEV y la Facultad de Ciencias (FC), Montes de Oca Zavala apuntó: “De haber sido una pirámide totalmente triangular, ahora ya no lo es porque la población más joven ha disminuido y se ha incrementado la adulta y adulta mayor, eso hace que la distribución de los recursos económicos del país y de las tareas que tienen las instituciones se modifiquen, junto con las percepciones en nuestra sociedad: casa, escuela, etcétera”.
Cifras del Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI indican que los mexicanos de 60 años y más transitaron de 9.1 % en 2010 a 12 % 2020, además la edad promedio transcurrió de 26 a 29 años en la última década.
Diversidad
En el auditorio del edificio “Yelizcalli” de la FC, la expresidenta de la Asociación Latinoamericana de Población informó que 25 países de la región ya mencionada cuentan con pensiones no contributivas para la vejez, algunas de esas son de alcance casi universal, pero otras se orientan exclusivamente a las personas en situación de pobreza, lo cual representa un reto.
“Envejecemos y, si no tenemos seguridad social, seguimos trabajando en actividades precarias con bajos salarios. Las tasas de ocupación de los adultos mayores guardan una estrecha correlación con el porcentaje de pensiones insuficientes. Por ejemplo, la parte norte del país tiene muchas más personas que reciben pensión que la zona sureste, y esto tiene que ver con una cuestión política e institucional”, consideró.
Sin embargo, continuó, seguir en el mercado laboral es un derecho al que pueden optar las personas mayores, pero la paradoja es que quienes siguen trabajando es porque no tienen seguridad social y por cuestiones de necesidad o pobreza.
“No hay que perder de vista que este sector de la población vive un mayor rezago educativo, persisten las brechas, y además vivimos una transición demográfica y epidemiológica. Hasta 2020, en 21 países de América Latina y el Caribe, se estimaron 85 millones de personas con alguna discapacidad, por lo que se requiere pensar en el impacto de esto en el curso de la vida, y en las políticas dirigidas al envejecimiento saludable”, subrayó.
Ante dicho escenario, dijo, se debe avanzar en políticas públicas con perspectivas incluyentes que reconozcan la diversidad de vejeces, porque “son menos las que consideran la perspectiva de género, edad e interculturalidad; además, se implementan pocas acciones específicas para la población mayor indígena y afrodescendiente, o de personas con identidades sexogenéricas no binarias. La violencia feminicida también ocurre en mujeres mayores, en transexuales y transgénero de este rango de edad, ya que entre 2019 y 2020 se reportaron 156 casos de feminicidio en mujeres con 60 años o más”, concluyó.
En este evento estuvieron Víctor Manuel Velázquez Aguilar, director de la FC; María del Pilar Alonso Reyes, Ernesto Rosas García y Jaime Vázquez Alamilla, académicos y coordinador de la licenciatura en Actuaría de dicha instancia universitaria, respectivamente.
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