El aislamiento social y la soledad pueden aumentar el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o derrame cerebral, o de fallecer a causa del mismo, según un nuevo informe que resume investigaciones sobre el tema.
El comunicado científico de la American Heart Association resalta la necesidad de obtener más información sobre estrategias para mejorar la salud cardiovascular para las personas que están socialmente aisladas o solas, así como evidencia más sólida que muestre cómo estas experiencias afectan la salud del cerebro.
«Más de cuatro décadas de investigación han demostrado claramente que el aislamiento social y la soledad están asociados con los resultados de salud desfavorables», dijo la Dra. Crystal Wiley Cené en un comunicado de prensa. Ella es la presidenta del equipo de redacción para el comunicado científico, publicado el jueves en el Journal of the American Heart Association.
«Dada la prevalencia de la desconexión social en EE. UU., el impacto en la salud pública es bastante significativo», dijo Cené, profesora de medicina clínica y directora administrativa para la equidad, diversidad e inclusión en la salud, en la University of California San Diego Health.
El aislamiento social se define como tener relativamente pocos contactos sociales en persona, mientras que la soledad ocurre cuando las personas se perciben a sí mismas como aisladas, lo que causa que se sientan afligidas.
«Aunque el aislamiento social y sentirse solo son situaciones parecidas, no son lo mismo», dijo Cené. «Las personas pueden llevar una vida relativamente aislada y no sentirse solas, y a la inversa, personas con muchos contactos sociales todavía podrían sentirse solas».
El nuevo informe cita una encuesta del 2018 de Kaiser Family Foundation que reveló que más de 1 de cada 5 adultos en este país dijeron que a menudo o siempre se sentían solos o socialmente aislados. Aunque los cambios en la vida, como perder a un cónyuge o jubilarse, pueden resultar en menos conexiones e interacciones sociales para las personas mayores, otra encuesta citada en el informe decía que son los adultos jóvenes, entre 18 y 22 años, quienes ahora se consideran la generación más solitaria, ya que pasan más tiempo en las redes sociales y menos tiempo participando en actividades en persona que las generaciones pasadas.
Los datos sugieren que la pandemia de COVID-19 ha empeorado las cosas, especialmente para los adultos jóvenes.
El aislamiento social y la soledad son determinantes poco reconocidos de la salud cardiovascular y cerebral, reveló el informe.
«Existen pruebas sólidas que enlazan el aislamiento social y la soledad con un mayor riesgo general de empeoramiento de la salud cardíaca y cerebral», dijo Cené. «Sin embargo, los datos sobre la asociación con ciertas enfermedades, como la insuficiencia cardíaca, demencia y deficiencia cognitiva, son escasos».
El informe encontró que el aislamiento social y la soledad están más estrechamente vinculados a las enfermedades cardíacas y los derrames cerebrales, con un 29% de mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco y/o fallecer de una enfermedad cardíaca, y un 32% de mayor riesgo de sufrir un derrame cerebral.
«El aislamiento social y la soledad también están relacionados con peores diagnósticos en personas que ya tenían una cardiopatía coronaria o un derrame cerebral», dijo Cené. Eso incluye un mayor riesgo de derrame cerebral recurrente y mortalidad, señaló el comunicado.
El informe también encontró una relación bidireccional entre el aislamiento social y los factores de riesgo de salud mental. Quienes estaban socialmente aislados eran más propensos a sufrir depresión, y quienes sufrían depresión eran más propensos a estar socialmente aislados. Sin embargo, la evidencia de un enlace entre el aislamiento social, la soledad y la deficiencia cognitiva o demencia era escasa o ambigua.
La gente socialmente aislada o sola puede tener conductas que dañan aún más la salud cardíaca y cerebral, como comer menos frutas y verduras, no realizar suficientes actividades físicas y ser demasiado sedentaria, según el comunicado. Varios estudios grandes encontraron una relación entre la soledad y una mayor posibilidad de fumar.
Según el comunicado, es probable que los factores socioambientales tengan algo que ver. Factores como el transporte, situaciones de vivienda y disconformidad con las relaciones familiares, además de la pandemia y desastres naturales, pueden contribuir a qué tan socialmente aislada o conectada esté la gente.
Los estudios muestran que los programas de ejercicios y actividades recreativas en los centros para personas mayores, junto con programas que combaten el pensamiento negativo, pueden ayudar a reducir el aislamiento social y la soledad, señala el comunicado. El equipo de redacción pide que se realice más investigación acerca de cómo podrían ayudar estas intervenciones.
«Los médicos deben preguntar a los pacientes sobre la frecuencia de su actividad social y si están o no satisfechos con su nivel de interacción con familiares y amigos», dijo Cené. «Y deben estar preparados para remitir a las personas que están socialmente aisladas o solas –especialmente a quienes tienen un historial de enfermedad cardíaca y derrame cerebral– a recursos comunitarios que les ayuden a conectarse con otras personas».
La cobertura informativa de salud mental de American Heart Association News cuenta con el apoyo de Diane y Daniel Shimer. AHA News es el único responsable de todo el contenido y las decisiones editoriales.
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