Científicos de la Universidad de Augusta, en el departamento de fisiología, anuncian que una dosis diaria de bicarbonato de sodio podrá ayudar a reducir la inflamación destructiva causada por las enfermedades autoinmunes.
Ellos afirman tener la primera evidencia de que ese antiácido barato podría hacer que el bazo produjera un efecto anti-inflamatorio. Ellos muestran que cuando ratones o personas sanas toman una solución de bicarbonato, se dispara una reacción que hace que el estómago fabrique más ácido para digerir la próxima comida y que le cuente a las células del bazo que no hay necesidad de montar una respuesta inmunológica protectora.
Las células mesoteliales en las cavidades del cuerpo, como las de nuestro aparato digestivo, alinean esas cavidades y cubren el exterior de nuestros órganos para evitar, literalmente, que ellos se rocen. Desde hace una década, se encontró que esas células también proveen otro nivel de protección. Tienen pequeños dedos, unos micro-vellos que sienten el ambiente, y que le comunican al órgano que cubren, cuándo un invasor anda rondando y se hace necesaria una respuesta inmunológica.
Tomar bicarbonato, dicen los investigadores, le dicen al bazo, quien es parte del sistema inmunológico, —donde actúa como un enorme filtro de la sangre y guarda algunas células como los macrófagos— que no se pase en su respuesta inmunológica.
“Tomar bicarbonato modifica el funcionamiento del bazo y lo hace vía las células mesoteliales”, dice Paul O’Connor, fisiólogo renal.
La conversión que ocurre, mediada por otras moléculas mensajeras, parece ayudar a no disparar la inflamación.
En el bazo, al igual que en la sangre y los riñones, después de dos semanas tomando bicarbonato, la población de células inmunológicas llamadas macrófagos, cambian de su papel primario que es promover la inflamación, los M1, a los que la reduce, los M2. Los macrófagos, quizá más conocidos por su habilidad para “comerse” la basura del cuerpo, los restos de células heridas o muertas, son los primeros en llegar cuando se produce una llamada de ayuda al sistema inmunológico.
En el caso de los animales de laboratorio, los problemas fueron hipertensión y enfermedad crónica de los riñones.
Una de las muchas funciones de los riñones es establecer un balance entre compuestos importantes como el potasio y el sodio. Cuando los riñones no funcionan bien uno de los resultados es que la sangre se vuelve muy ácida. Las consecuencias pueden ser un incremento de la enfermedad cardiovascular y la osteoporosis.
“Se dispara una falla casi completa del sistema”, dice O´Connor. Los ensayos clínicos han mostrado que la dosis diaria de bicarbonato no solo reduce la acidez sino que actúa disminuyendo el avance de la enfermedad renal, algo que ha llevado a ofrecerla como terapia a los pacientes.
¿Pero cómo el bicarbonato disminuye ese avance?
La respuesta puede estar en la reducción de la población de M1s y el aumento de los M2s, observada en el modelo que usaron los investigadores, después de consumir el bicarbonato.
Cuando observaron un modelo animal sin daño renal, encontraron la misma respuesta. Lo que hicieron luego fue darles a beber a estudiantes de medicina sanos, el bicarbonato diluido en agua y tuvieron la misma respuesta.
“El cambio de una respuesta inflamatoria a una anti-inflamatoria estaba ocurriendo en todas partes”, dice O´Connor. “Lo vimos en los riñones, lo vimos en el bazo, ahora lo vemos en sangre periférica”. Y ese cambio lo hace la existencia de una población mayor de macrófagos anti-inflamatorios. Los científicos también observaron un cambio en otros tipos de células inmunológicas, las células T, éstas con una función más reguladora, que controlan la respuesta inmunológica “exagerada” que eventualmente lleva al ataque de los propios tejidos.
Los investigadores tienen evidencias de que las señales que dirigen esa respuesta anti-inflamatoria vienen de las células mesoteliales que se conectan con el bazo, y no de otras vías. Cuando cortaron el nervio vago, el gran nervio craneano que controla la constancia del ritmo cardíaco y la digestión, no encontraron cambios en el comportamiento de las células mesoteliales. Señalan que estas células mesoteliales habían asumido un papel similar al de las neuronas.
Cuando ellos removieron o tan solo movieron el bazo, se rompieron las frágiles conexiones mesoteliales y se perdió el efecto anti-inflamatorio.
El tratamiento también atenúa la inflamación y la severidad de la artritis reumatoidea, informaron otros investigadores en el año 2016 en la revista PNAS.
O’Connor tiene mucha esperanza en que el tomar bicarbonato a diario, un día próximo pueda producir resultados similares en las personas afectadas de enfermedades autoinmunes.
“En realidad no se está apagando o encendiendo algo, solo se lo está empujando hacia un lado dándole un estímulo anti-inflamatorio”, en este caso alejándolo de una inflamación peligrosa. “Es en potencia una manera segura de tratar la enfermedad inflamatoria”, dice O’Connor.
El bazo también aumentó en tamaño con el consumo de bicarbonato, debido, según los científicos, al estímulo anti-inflamatorio que él produce. Claro que la infección también tiene ese efecto, por eso los médicos lo palpan en casos de sospecha.
El bicarbonato interactúa también con ingredientes ácidos como la mantequilla y la harina cuando se prepara una torta, para hacer que la mezcla se expanda y con el calor del horno crezca el pastel. También es parte de los antiácidos y puede ayudar en la limpieza de los dientes. Pero esto ya se sabía desde tiempos inmemoriales. El que medie en el control de la inflamación, convierte una sustancia barata y que se puede comprar en la farmacia de la esquina, en un candidato a remediar dolencias graves que aquejan a millones de personas.
O´Connor P. M., et al. Oral NaHCO3 Activates a Splenic Anti-Inflammatory Pathway: Evidence That Cholinergic Signals Are Transmitted via Mesothelial Cells. The Journal of Immunology, 2018
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