En épocas bien lejanas algunos sabios ya atribuían a la música un papel preponderante en el bienestar espiritual del ser humano. Baste mencionar al notable filósofo griego Platón cuando dijo que era para el alma lo que la gimnasia representaba al cuerpo.
Como trascendió en un reciente evento convocado por el Grupo de Investigación sobre Historia, Arte y Medicina (Histartmed), adscrito actualmente a la Sociedad Cubana de Medicina Interna, el desarrollo alcanzado en el estudio del cerebro a partir del empleo de avanzadas tecnologías de neuroimágenes, permitió demostrar la validez de aquel concepto, al mostrar las reacciones que ocurren en ese vital órgano cuando escuchamos música o se toca un instrumento musical.
Sobre el tema, el doctor Rigoberto Oliva Sánchez, profesor principal del Diplomado de Música y Salud promovido por Histartmed, resaltó que el cerebro se activa desde el momento de leer la partitura, realizar los movimientos específicos correspondientes a la interpretación de la música, controlar la afinación, identificar los tonos o improvisar, además de mantener en máxima disposición la memoria y la atención.
Citó los hallazgos de una investigación efectuada por un equipo internacional de neurocientíficos, destinada a valorar los efectos del entrenamiento musical en niños de entre cinco y siete años.
Tras un seguimiento de 14 meses, aquellos que tocaban un instrumento de manera sistemática adquirieron mejores rendimientos de control motor y discriminación auditiva, en comparación con los que no lo hicieron.
Pero el aporte más importante llegó tiempo después, cuando otro estudio demostró que sí ocurren cambios estructurales en el cerebro de los niños luego de al menos 15 meses de constante práctica musical, con respecto a los que solo tomaron una clase semanal en igual periodo.
Los primeros presentaron un mayor volumen de materia gris en la corteza sensorial motora y en el lóbulo occipital bilateral. Igualmente pudo constatarse más volumen en el cuerpo calloso, así como en el área auditiva primaria derecha.
De acuerdo con lo expresado por el profesor Rigoberto Oliva, las imágenes obtenidas mediante equipos de resonancia magnética nuclear también evidenciaron diferencias apreciables en la estructura cerebral de adultos consagrados a la música y quienes nunca se dedicaron a esa manifestación artística, o apenas tuvieron vínculos ocasionales con ella.
Así los científicos han podido observar que los músicos profesionales tienen una mayor simetría entre los dos hemisferios cerebrales, el tamaño de su cerebelo es superior y exhiben concentraciones más elevadas de materia gris en áreas motoras, auditivas y visuoespaciales, todas ellas implicadas en la producción y percepción de la música, acotó.
Sus favorables efectos al activar distintas estructuras cerebrales y fomentar el aumento de las conexiones neuronales y las respuestas emocionales, condujeron a que a nivel internacional la música empezara a considerarse como una herramienta adicional para tratar diversas enfermedades capaces de lastrar la salud física y mental de las personas.
MUSICOTERAPIA EN CUBA
Consultadas por Granma durante la celebración de la primera Conferencia Habanera de Arte, Música y Terapia, la doctora Isis Betancourt Torres, presidenta del Grupo de Investigación Histartmed, y la Máster en Ciencias Idida Rigual, indicaron que en el caso particular de Cuba, la denominada musicoterapia se viene aplicando principalmente en el tratamiento de la depresión geriátrica, y en niños y adolescentes con trastorno del espectro autista (de manera general logran una respuesta más favorable en la comunicación), síndrome de Down, parálisis cerebral, síndrome de Rett, necesidades educativas especiales, y ansiedad e hiperactividad, en combinación con la equinoterapia y otros métodos.
Ambas especialistas manifestaron que la música puede incentivar patrones de movimiento, incluso de forma inconsciente, de ahí la conveniencia de utilizarla en la rehabilitación de pacientes con daño cerebral y en aquellos con trastornos de la marcha y la coordinación.
Según lo planteado en la propia cita por el Doctor en Ciencias Nibaldo Hernández, reconocido investigador del Centro de Neurociencias de Cuba, escuchar música repercute de manera favorable en la neuroplasticidad, condición que expresa la probada capacidad del cerebro de generar el crecimiento de nuevas conexiones y la creación de nuevas neuronas, aun en personas de la tercera edad que hayan sufrido alguna enfermedad cerebral.
Lo anterior, resaltó, hecha por tierra el mito de que el daño ocasionado por ese tipo de lesión es permanente e irreversible, y abre esperanzadoras perspectivas de lograr una recuperación apreciable de tales individuos.
Hizo referencia a investigaciones realizadas en distintas instituciones científicas del orbe, cuyas conclusiones aún no definitivas sugieren que oír la música de su preferencia, en particular la escuchada cuando se era niño y adolescente, en sesiones terapéuticas de 30 a 45 minutos de duración, puede contribuir a la mejora conductual de pacientes con Alzheimer, sobre todo en lo referido a mostrarse más tranquilos y manejables.
Tal comportamiento parece responder a la estimulación de capacidades perceptivo-cognitivas, de comunicación y socioemocionales, que son incentivadas por el efecto de la música, precisó el doctor Nibaldo.
PRECISIONES
En el siglo IV antes de nuestra era, Hipócrates enunció que el cerebro era el responsable exclusivo de las alegrías, placeres, risa y diversión, así como de la pena y el desaliento, y que gracias a él adquiríamos sabiduría y conocimientos.
La musicoterapia consiste en el uso de la música o de los elementos musicales (sonido, ritmo, melodía y armonía), por parte de un especialista, para tratar de forma individual o colectiva a pacientes con disímiles enfermedades.
No es cierto que solo usamos el 10 % de nuestro cerebro.
Actividades como la alimentación sana, el ejercicio físico regular, la meditación y la música favorecen la neuroplasticidad.
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