Los adultos de más de 45 años que experimentan problemas psicológicos como la depresión o la ansiedad, pueden tener un mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular, según una nueva investigación publicada en la revista científica ‘Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes’, editada por la Asociación Americana del Corazón.
En un estudio de 221.677 participantes australianos, los investigadores encontraron que, entre las mujeres, un nivel alto o muy alto de estos problemas psicológicos, se asocia con un aumento del 44 por ciento en el riesgo de accidente cerebrovascular. En hombres de 45 a 79 años, se corresponde con una subida del 30 por ciento en el riesgo de ataque cardiaco. Esta relación se dio incluso tras considerar el estilo de vida (tabaquismo, consumo de alcohol, hábitos alimenticios, etcétera) y el historial médico.
“Si bien estos factores podrían explicar algunos de los mayores riesgos observados, no parecen dar respuesta a todas las preguntas, lo que indica que es probable que otros mecanismos sean importantes”, señala Caroline Jackson, autora principal del estudio.
Los investigadores clasificaron los problemas psicológicos de los participantes usando una escala estándar de uno a diez, en la que se autoevaluaban. Consistía en diez preguntas, como ‘¿Con qué frecuencia te sientes cansado sin una buena razón?’ ‘¿Con qué frecuencia te sientes tan triste que nada te puede animar?’ ‘¿Con qué frecuencia te sientes inquieto?’.
De los participantes, 102.039 hombres (edad promedio 62 años) y 119.638 mujeres (edad promedio 60), el 16 por ciento informaron tener problemas psicológicos moderados y 7,3 por ciento tenían altos o muy altos. Durante el seguimiento de más de cuatro años, se produjeron 4.573 ataques cardiacos y 2.421 derrames cerebrales. El riesgo absoluto (riesgo general de desarrollar una enfermedad en un período de tiempo determinado) de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular aumentó con cada nivel en la escala.
Los hallazgos se suman a la evidencia existente de que puede haber unaasociación entre los problemas psicológicos y un mayor riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular, pero “también respaldan la necesidad de estudios futuros centrados en los mecanismos subyacentes que las conectan”, apuntan los investigadores.
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