Un nuevo estudio publicado en la revista científica Nature Communications aporta luz sobre las razones de una supervivencia prolongada entre pacientes con cáncer de páncreas: una correlación inversa entre un oncógeno conocido —un gen que incide en el desarrollo del cáncer— y la intervención de un microARN oncosupresor.
El estudio puede servir como base para el desarrollo de un medicamento para el tratamiento de ese cáncer y de otros tipos.
Aunque el 75% de los pacientes con cáncer de páncreas muere en los 12 primeros meses del diagnóstico, alrededor del 7% vive más de cinco años. “Si pudiéramos entender por qué algunas personas viven varios años con esta enfermedad tan agresiva, podríamos desarrollar una nueva estrategia terapéutica”, dijo la profesora Ronit Satchi-Fainaro, directora del departamento de fisiología y farmacología de la Facultad de Medicina Sackler de la Universidad de Tel Aviv (TAU) e investigadora principal del estudio.
El equipo de investigadores que trabajó con ella examinó células de ese cáncer en ratones y descubrió una correlación inversa entre la presencia de miR-34a, un supresor tumoral, y PLK1, un oncogén conocido. Los niveles de miR-34a eran bajos en los ratones con cáncer de páncreas, mientras que el oncogén presentaba índices elevados. Esta correlación es normal en un cáncer tan invasivo.
El perfil de ARN y el análisis de las muestras tomadas por los investigadores de pacientes con cáncer de páncreas revelaron que los humanos y los ratones comparten el mismo patrón genómico.
Como taxi que transporta a dos pasajeros
Así pues, los científicos crearon una nueva nanopartícula que administra selectivamente material genético a un tumor, al mismo tiempo que previene los efectos secundarios en los tejidos sanos que lo rodean.
“La nanopartícula es como un taxi que transporta a dos pasajeros importantes”, explicó Satchi-Fainaro. “Muchos protocolos oncológicos se componen de cócteles de medicamento, pero no llegan al tumor al mismo tiempo. Sin embargo, nuestro ‘taxi’ mantiene a los ‘pasajeros’ –y al resto del cuerpo– seguros durante todo el recorrido, apuntando sólo al tejido tumoral. Una vez ‘estacionado’, una enzima presente en el cáncer de páncreas provoca su biodegradación, lo que permite que su carga terapéutica se libere en el lugar adecuado: las células tumorales”.
Para verificar sus conclusiones, los científicos inyectaron las nuevas nanopartículas en ratones con tumor de páncreas y observaron que al equilibrar estos dos componentes, llevándolos a un nivel normal al incrementar o bloquear su incidencia génica, prolongaban significativamente su esperanza de vida. Teóricamente, el mismo efecto podría lograrse en humanos.
En el estudio participaron también Hadas Gibori y Shay Eliyahu, miembros del laboratorio de Satchi-Fainaro; el profesor Eytan Ruppin, del departamento de informática de la TAU y de la Universidad de Maryland; la profesora Iris Barshack y la doctora Talia Golan, del Centro Médico Chaim Sheba de Tel Hashomer, en Ramat Gan, cerca a Tel Aviv.
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