El informe, que publicó los resultados en la revista Nature, comenzó a realizarse en 2015 cuando inventaron el primer tejido muscular humano a partir de células obtenidas de biopsias musculares.
Se basa en el uso células madre pluripotenciales inducidas (iPS). Esto se refiere a las células adultas, que son tomadas por ejemplo de la piel o la sangre, y son «reprogramadas» de manera que parecen y actúan como células madre embrionarias. Son capaces de transformarse en cualquier tipo de célula.
En esta línea, con el uso de iPS los expertos pueden aumentar la cantidad de células progenitoras miogénicas de manera ilimitada. Se asemejan a las células madre musculares, que -según explicó el profesor Nenad Bursac-«pueden formar un músculo entero partiendo de una sola célula».
Los investigadores lograron hacer crecer las iPS al añadirles una molécula llamada Pax7, que les envía la señal de que se desarrollen como células musculares. Este proceso ya se había hecho anteriormente, pero no eran lo suficientemente robustas y, por lo tanto, el músculo no era funcional.
Sin embargo, Bursac y su equipo superó esa barrera. Según el autor principal del estudio, Lingjun Rago, tras «años de ensayo y error, de hacer conjeturas y dar pequeños pasos» se logró.
El investigador sostuvo que lo que marcó la diferencia fue la manera particular en que realizaron el cultivo de células y el uso de una matriz tridimensional. Este método permite que las células crezcan y se desarrollen mucho más rápido y de forma mas duradera que los cultivos bidimensionales que normalmente se emplean.Así, una vez que las células empezaban a convertirse en músculo, Bursac y Rao dejaron de suministrarle la molécula Pax7 para proporcionarles el apoyo y alimento necesario para llegar a una maduración completa.
De igual forma, el estudio demostró que después de dos a cuatro semanas de cultivo tridimensional, las células musculares resultantes forman fibras que se contraen y reaccionan a estímulos. Esta reacción es igual que los pulsos eléctricos y señales bioquímicas que manifiestan las fibras musculares.
Para la investigación, se implementaron fibras musculares en ratones adultos, donde sobrevivieron y funcionaron durante al menos tres semanas a la vez. Se fueron integrando, de manera progresiva, en el tejido nativo a través de la vascularización.
Aunque el músculo resultante no es tan duro como el tejido nativo, los investigadores consideran que tiene potencial. Actualmente, el objetivo es conseguir músculos más robustos.Este nuevo enfoque abre posibilidades para usarlo en terapias regenerativas y para el futuro estudio de enfermedades raras, que para Bursac es una perspectiva «especialmente apasionante».
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