El tratamiento tradicional para el desprendimiento de retina —una afección ocular que suele verse asociada a un golpe fuerte— consiste en inyectar una burbuja de gas dentro del ojo para que presione a la retina en su posición hasta que cicatrice normalmente. Esta técnica, muy probada, resulta efectiva siempre y cuando la lesión se encuentre en la parte superior o en los costados de la retina. En cambio, no funciona de la misma manera cuando se encuentra en la parte baja. En este caso, suele ser necesario usar algún material que permita una adherencia a la pared inferior del ojo, aunque sin generar un peso capaz de causar un glaucoma.
Un tratamiento desarrollado por científicos del Laboratorio de Resonancias Magnéticas del Centro Atómico Bariloche (CAB) parte del mismo principio que el tradicional pero con una diferencia no menor: en este caso se inyecta cerca de un miligramo de nanopartículas de óxido de hierro,recubiertas con un polímero dentro del ojo. Fuera del ojo pero dentro de la cavidad ocular se coloca un imán recubierto de oro, para hacerlo biocompatible, que atrae a las nanopartículas para presionar la retina en su lugar. Posteriormente, se cauteriza con láser para generar una inflamación que cierra la lesión y se esperan unos veinte días para la cicatrización.
Cuando se retira el imán, las nanopartículas se dispersan y son arrastradas por el torrente sanguíneo que las elimina por el riñón. Dado que el uso de nanopartículas de óxido de hierro está aprobado a nivel internacional por diversos organismos regulatorios como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), eso facilita la aprobación de los protocolos de nuevos tratamientos, aunque su aplicación solía estar limitada a combatir anemias o para el contraste en resonancias magnéticas.
Los primeros ensayos de la técnica se realizaron en animales. El doctor en Física Roberto Zysler, director del Laboratorio de Resonancias Magnéticas del CAB, le dijo a la agencia TSS: “Dentro del grupo de trabajo hay un patólogo ocular que fue el encargado de hacer todas las pruebas en animales, en conejos y perros, que dieron muy buenos resultados”.
Médicos del hospital Austral y del Clínicas, de Buenos Aires, especializados en enfermedades de retina, habían esbozado la idea de este tratamiento y buscaban la mejor forma de implementarlo. Ellos llegaron al Laboratorio de Resonancia Magnética del CAB casi por casualidad, tras haberle contado su idea a médicos oncólogos que habían trabajado con él años atrás, cuando habían estudiado la posibilidad de inyectar nanopartículas en tejidos tumorales. Así fue como se contactaron vía telefónica con Zysler, quien recomendó las nanopartículas e imanes a usar. Con pruebas satisfactorias en animales, posteriormente se reunieron en Bariloche para avanzar con las pruebas.
Actualmente, el proyecto está en fase I de ensayo clínico, es decir, en las primeras pruebas en seres humanos. “Se hace en una clínica de ojos en la que se consiguió que el comité de ética aprobara el tratamiento con todos los protocolos que esto involucra. Hay que seleccionar muy bien a los pacientes ya que no cualquiera puede participar en estos ensayos: no tiene que haber tenido otra lesión anterior, ninguna otra condición médica ni algo que pueda llegar a distorsionar los resultados de la experiencia. Posteriormente, se utiliza la metodología de doble ciego, es decir, que hay personas a las que se las opera pero sin hacerles el tratamiento y luego se analizan las estadísticas para ver si hay mejoras en las que sí recibieron nuestro tratamiento. Si los resultados siguen siendo positivos se podrá pasar a las fases II y III. Sin embargo, es importante destacar que los pacientes no pueden postularse voluntariamente, sino que son seleccionados por médicos en todo el país”, explicó Zysler.
El desarrollo por ahora no ha recibido apoyo financiero pero ya fue patentado en Estados Unidos, Japón y Europa, condición que consideraban necesaria antes de que la técnica fuera presentada en diversos congresos médicos. “Lo más interesante, además de que la técnica está siendo exitosa en las pruebas, es que se formó un grupo interdisciplinario y eso implica una forma distinta de trabajar. Hacer un desarrollo de medicina con magnetismo inducido implica que trabajen juntos físicos, bioquímicos, patólogos, retinólogos y también oftalmólogos de otras especialidades. Entonces, tenés que crear un lenguaje común para entender al otro”, dijo Zysler.
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