Científicos mexicanos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) identificaron que las sustancias contenidas en el té de Tila disminuyen la actividad del sistema nervioso central del cuerpo humano al suprimir el sistema GABAérgico. Es por ello que aporta a los consumidores una sensación de relajación y tranquilidad, lo que médicamente se conoce como efecto ansiolítico.
Estos resultados son parte de las investigaciones que realiza el Laboratorio de Psicofarma y Trastornos Alimentarios de Cinvestav, con la Tila y otras siete plantas consumidas por los mexicanos en tés, como informó la jefa de ese laboratorio Carolina López Ruvalcaba, quien labora en la sede sur de Cinvestav, en la Ciudad de México, en la zona de Coapa.
El grupo busca explicar con mayor precisión los mecanismos de las plantas en el sistema nervioso cuando se consumen en forma de tés. Para lo anterior, Cinvestav analiza las propiedades ansiolíticas de plantas como la manzanilla, tila, granada, toronjil, té verde, Agastache mexicana, montanoa tomentosa (gordolobo de terreno) y Annonacherimolia (chirimoya).
En primer lugar se buscan los componentes específicos de la planta que, al ser bebida como té, generan el efecto ansiolítico. En segundo lugar, se busca verificar que esos tés no provoquen efectos colaterales o induzcan interacciones con otros fármacos.
TRABAJO EN CONJUNTO. En la mayoría de las plantas el conjunto de sus componentes son los que generan el efecto ansiolítico. Por ejemplo, en el caso del té de tila o de la montanoa tomentosa, actúan sobre el sistema GABAérgico, que es el principal depresor en el sistema nervioso central y que actúa como modulador de otros sistemas de neurotransmisión. Esos tés trabajan de manera similar a los medicamentos conocidos como benzodiacepinas.
“Estas plantas actúan en el sistema de neurotransmisión GABAérgico, aumentando su actividad y hace que se produzca un efecto ansiolítico. De hecho, algunos componentes de estas plantas actúan sobre sitios de modulación específicos sobre los que actúan las benzodiacepinas y algunas hormonas gonadales como la progesterona; por ejemplo, las embarazadas son muy tranquilas porque tienen altos niveles de progesterona”, explicó Carolina López Ruvalcaba.
La investigadora sostuvo que “otros extractos de plantas como la granada tienen componentes que actúan sobre receptores a estrógenos y tienen función similares a los fitoestrógenos; en este caso también se han relacionado esos mecanismos de acción con los efectos ansiolíticos y antidepresivos de la planta”.
El laboratorio trabaja con varios modelos animales para analizar la ansiedad, estudia diferentes tipos con el propósito de comprobar si una planta realmente tiene efecto ansiolítico; por ejemplo, un té de toronjil de un tipo muy específico, en vez de tener un efecto ansiolítico, en realidad presentó una respuesta ansiogénica, es decir, produce ansiedad.
Por ello es necesario tener información sobre las plantas que se usan en los tés, ya que pueden producir un efecto diferente al esperado, además de que el objetivo es comprobar si las propiedades que se les atribuye son reales y así tratar de obtener mayor provecho de ellas.
El mismo equipo busca documentar si el consumo excesivo de esas plantas puede dañar la salud, pues se tiene la creencia de que los fitofármacos no causan ninguna toxicidad aparente, pero los investigadores del Cinvestav se han propuesto como objetivo verificar ese tipo de factores. Como son productos de origen natural se piensa que no pasa nada al tomarlos, pero los fitofármacos son externos al cuerpo y sí podrían tener un efecto adverso.
“Hay plantas que pueden provocar algún problema si se usan con frecuencia, eso es parte de nuestra investigación: ver si un uso crónico puede tener o no propiedades aparentes o visibles; nuestra primera pregunta es ¿tienen efectos ansiolíticos? y después observar si tienen alguna otra consecuencia farmacológica que podría llamar la atención para estudiarse a fondo”, señaló López Rubalcava.
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