“Con cada papel que desempeñó Guillermo Soberón en una carrera que se extendió por la ciencia, la academia y los más altos niveles de gobierno, dejó un legado imponente”, así es como describe The Lancet, la publicación científica más prestigiosa en el área de medicina y ciencias de la vida al exrector de la UNAM, luego de su fallecimiento el pasado 12 de octubre, a la edad de 94 años.
Es la primera ocasión en que un mexicano recibe este tipo de reconocimiento y ocurrió en el obituario de su más reciente edición publicada el 5 de diciembre de 2020.
La publicación asegura que Soberón extendió la ciencia y la educación con un destacado legado que implicó el establecimiento de instalaciones médicas, centros de investigación científica, programas y políticas que reformaron el acceso a la atención médica en nuestro país. También se hace referencia a importantes contribuciones como establecer los institutos nacionales de Salud Pública y de Enfermedades Respiratorias y, al menos, 800 centros de salud y hospitales generales.
En la mirada de sus colegas
En su relato Rafael Palacios, coordinador del Laboratorio Internacional de Investigación Sobre el Genoma Humano de la UNAM, aseguró que Soberón fue un hombre que “en cada uno de sus cargos vio el panorama total y exploró todas las posibilidades que tenía en sus manos”.
Por ello destacó su participación en la creación del Departamento de Bioquímica en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición en la Ciudad de México, la Sociedad Mexicana de Bioquímica y cuando dirigió el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, lo transformó “para hacerlo más científico”, incluso mientras cultivaba su práctica de toda la vida como mentor de estudiantes.
Por su parte Julio Frenk, presidente de la Universidad de Miami, y exsecretario de Salud de México, refirió a la publicación que Soberón “fue un innovador, que construyó instituciones que existen hasta el día de hoy”, por ejemplo, hizo alusión a su labor como rector donde comenzó a “transformar la Universidad” pues estableció cinco nuevos campus dentro de la Ciudad de México y supervisó la creación del Centro Cultural Universitario.
Esto fue complementado por David Romero, investigador del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM y actual presidente de la Sociedad Mexicana de Bioquímica, quien resaltó que el objetivo de Soberón fue crear una universidad verdaderamente nacional, gracias a la expansión más allá de los límites de la capital.
Romero destacó que el exrector se relacionaba fácilmente entre el mundo de la política y el académico. “Podía convencer a un político de que algo era importante y relevante para México. Y podría convencer a los investigadores de que avanzaran hasta las fronteras de la ciencia. Sabía los dos idiomas diferentes». Por ello luego de iniciar su gestión como secretario de Salud promovió una reforma constitucional que reconociera el derecho a la salud, la cual fue adoptada en 1983. Simultáneamente inició un proceso de aceleración de la descentralización de los servicios en la materia.
Por último, Jaime Sepúlveda, profesor distinguido de Salud Global Haile T. Debas y director ejecutivo del Instituto de Ciencias de la Salud Global de la Universidad de California, San Francisco, Estados Unidos, concluyó que Soberón fue un hombre que se rodeó de gente excepcionalmente talentosa y jugó un papel decisivo en la coordinación de la respuesta nacional al terremoto de 1985 en el entonces Distrito Federal, “era una voz creíble e influyente dentro de un gabinete caótico”.
Después de renunciar en 1988 continuó su trabajo en diversos cargos relevantes, entre ellos como presidente de la Fundación Mexicana de Salud y de la Comisión Nacional de Bioética. “Su impacto no tiene paralelo en la historia de la salud en México”, por ello la distinción que hizo The Lancet no sorprende a sus colegas.
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